Es el que ha lanzado Gil Lavedra, quien se fue despedido del Gobierno sin miramientos pese a que su gestión fue una de las más decorosas dentro del marco general que signó al primer año de esta gestión de Gobierno. Una lujosa carpeta con más de 100 páginas, acompañada de un CD, fue entregada a los periodistas de primera línea que cubren la información política y judicial en la Argentina. En ella, Gil Lavedra resume su gestión de 10 meses y en realidad se muestran importantes logros, sobre todo porque su antecesor , el riojano devenido en porteño Raúl Granillo Ocampo, ni siquiera logró que los jueces importantes o los ministros de la Corte le atendieran el teléfono. Gil Lavedra, ante la existencia de políticas y de manejo antes y después de su interregno, cree que ha llegado el momento de golpear y así se presenta no solo por su nuevo marketing político sino por su contundencia en las charlas “off the record” con algunos periodistas. Lástima que esta última faceta -que exhibe una interesante cintura política- la haya mostrado después de dejar el principal sillón de Sarmiento 329. Claro que no falta algún mal pensado que relaciona el nuevo “look” del ex ministro con las acusaciones de tomar juicios contra el Estado –representará a una empresa que litiga 100 millones de pesos- sin que haya transcurrido el año que exige su “amigo” José Massoni para los funcionarios que dejan la administración.
hugo morales / dju
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