Es la que le sobra a Telleldín para recordar los aspectos más insignificantes de los voluminosos cuerpos que conforman el expediente de la AMIA. No pierde un solo día en su celda de Caseros en que no repasa aspectos de la misma y prepara su defensa porque considera que está jugado, en su jerga significa que ya está condenado porque estima que ante la presión local y mundial por el caso, el tribunal de juicio no revocará la acusación de Galeano, salvo que la situación y el prestigio del juez acusador se deterioren notablemente. Por eso pidió declarar ante el juez Mariano Bergés, un magistrado que está enfrentado a Galeano y todavía recuerda cuando el juez de la AMIA le impidió completar un allanamiento en la SIDE de Hurgo Anzorreguy -su hermano Jorge fue el impulsor de la designación como juez de Bergés- a quien no supo reconocerle el favor prestado. A Bergés se lo recuerda por su actuación en el caso de la Escuela de Yoga de Buenos Aires, un grupo de mujeres desorientadas que se reunían en un local de Almagro pero que fueron denunciadas por un supuesto ejercicio de la prostitución de lujo que nunca pudo probarse, como tampoco a las acusaciones de supuesto nazi que estas hicieron contra el juez a quien lo acusaron de perseguirlas por su condición -en la mayoría- de judías. Lo cierto es que la inquina de Bergés contra Galeano es conocida en todo los tribunales y hacia él acudió Telleldín (h) bajo el argumento de que este juez tiene uno de los tantos desmembramientos en que se incurrió en la investigación de la AMIA por la aparición de delitos conexos: robo de automotores, explosivos, etc.
hugo morales / dju
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