Es el que rodea al juicio oral y público por el atentado contra la AMIA. Recién para fin de año podría estar concluído todo el proceso de preparación del juicio por parte del Tribunal Oral Federal que tendrá a su cargo ventilar la conexión local del ataque terrorista del 18 de julio que ocasionó 86 muertos y casi 200 heridos. El lunes pasado hubo una densa reunión entre el Procurador General, Nicolás Becerra; los fiscales que instruyeron la causa –Eamon Mullen, José Barbaccia y Carlos Nisman- junto a la abogada querellante, Marta Nercellas –sustituyó al cuestionado Luis Dobniweski procesado por presunto lavado de dinero- y funcionarios del ministerio de Justicia para avanzar con el caso. Pero mientras eso sucede localmente, en el plano internacional pareciera seguir el juego del enigmático espionaje. Cuando todavía no se habían apagado los ecos de la reciente aparición en México del ya famoso testigo C –un ex jefe del espionaje iraní quebrado por los alemanes- reiteró sus cargos contra el ex agregado cultural de Irán en la Argentina, Moshen Rabbani y otros ex diplomáticos de ese origen, aparece –ahora- de la mano de la CIA norteamericana, otro arrepentido que se dice haber sido el planificador de los operativos terroristas en el extranjero contra blancos judíos y menciona como jefe de los atentados a un palestino de apellido Jibril. En el nuevo orden que se avecina en Medio Oriente –habrá que ver como juega la muerte reciente del presidente sirio Hafez Al Assad en ese complicado tablero mundial- no es negocio para Estados Unidos y sus aliados en la región comprometer a Siria, carta que no hace mucho jugaron aquí algunos sectores locales vinculados con la Inteligencia americana.
hugo morales / dju
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