Fue la demostrada por Bagnasco en la investigación por el pago de coimas en otro sonado escándalo: IBM-Banco Nación y que a luz de estas conexiones políticas comienza a tener una lectura diferente para quienes gustan mezclar la política con lo judicial, una teoría bastante aproximada a la realidad que obligó a los diarios a destacar curtidos y arraigados periodistas políticos para introducirse en el recoleto ámbito de la Justicia. En un principio, cuando el enfrentamiento político entre Carlos Menem y su ex ministro de Economía alcanzaba su su cenit, el juez llegó hasta el hueso pero no perforó el hueso. Esto es, procesó y hasta –en su momento- dictó la prisión preventiva de hombres del más íntimo riñon de Cavallo como Aldo Dadone, Hugo Gaggero, -también pudo arrinconar a Walter Defortuna- pero también lo compensó con otros cercanos al menemismo con Juan Carlos Cattáneo, Alfredo Aldaco o Genaro Contartese, teniendo a estos dos últimos en virtual papel de arrepentidos, quienes le confirmaron el pago de retornos. Hoy Bagnasco tampoco está decidido a enfrentarse a la “Big Blue” de las computadoras y cambió la situación procesal de sus dos gerentes norteamericanos a quienes IBM había jurado proteger: Steve Lew y Peter Rowley En lugar de insistir con su indagatoria y traídos por Interpol a Buenos Aires, se tomó un avión y los interrogó como testigos en Nueva York, lo que querían los americanos, quienes habían desplegado todas sus influencias para -en su momento- también proteger a Cavallo. Ahora, Bagnasco cerrará la causa y enviará a juicio oral y pública, haciendo caso omiso a las apelaciones del fiscal Carlos Cearras, quien no viajó a Estados Unidos y protesta en soledad frente a la jugada de Bagnasco, extrañamente avalado por la Sala I de la Cámara, quien en el pasado prácticamente le revocaba todo.
dju / dju
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