De todas formas, también en el marco de la inauguración del taller de “Apoyo a la ratificación e implementación de la Convención Interamericana contra la Corrupción”, Jorge De la Rúa negó estar reclamando la renuncia del ex banquero y amigo de su hermano Fernando.
Respecto de la salida de Álvarez del Gobierno, el flamante ministro dijo creer que “no había elementos decisivos, sino que todavía quedaba margen de diálogo y conciliación” para evitar el alejamiento, y que en el cambio de gabinete no hubo influencias del “entorno del Presidente”.
Encabezando un taller en el que intenta mostrar que el Gobierno está encaminado en su promesa de transparencia, el titular de Justicia y Derechos Humanos se mostró preocupado “por revertir una imagen equivocada en la actitud frente a la corrupción, aunque sin hacer una caza de brujas”.
Acerca de los comentarios que habían tomado forma con su traspaso de la Secretaría General de la Presidencia, negó el ministro que fuese menos complicada su nueva función, en la que procurará continuar con la reforma encarada por su antecesor, Ricardo Gil Lavedra, y con el que intentará mejorar el servicio de Justicia, al que consideró “lento y costoso”.
Se refirió también De la Rúa a la transferencia de la Justicia ordinaria nacional a la Ciudad de Buenos Aires, pero con un enfoque distinto al que suelen encarar los funcionarios del Gobierno de Aníbal Ibarra. “No puede ser que el 90 por ciento de la policía y de los jueces que paga la Nación estén atendiendo la Justicia de la Ciudad”, manifestó.