Pero no sentimentales sino clínicos (pericarditis) fueron los problemas que afectaron a Servini de Cubría en medio de este juicio que la tiene como particular protagonista –podría ser convocada por el tribunal oral para declarar con respecto al pacto de confidencialidad que ampara los dichos del agente Townley- porque se vio impelida a tomar la licencia que ya lleva un mes, aunque la jueza, felizmente, se repone de la dolencia coronaria. Pero, anécdotas al margen, lo cierto es que los chilenos –pese a las declaraciones de personeros de su gobierno relativizando el pedido de extradición- en privado se preparan para no entregar a Pinochet porque no quieren volver a enfrentarse con la derecha política como ya ocurrió cuando el ex presidente fue detenido en Londres por orden del juez Baltazar Garzón. Como anticipó esta columna hacía varias semanas, el crimen de Prats también está siendo investigado en Chile. La propia Corte de ese país abrió el proceso a través de un “ministro en visita” (juez especial sin limitaciones de jurisdicción) apenas Servini avanzó con las indagatorias a Contreras y Espinoza en el penal militar de Punta Peuco. Por las implicancias internas en los dos países, se puede decir que el caso Prats no está a punto de finalizar con la segura condena a Arancibia Clavel- existen pruebas contundentes- sino que recién empieza el "juego" grande: la investigación de Pinochet, Contreras, Espinoza y las andanzas de la CIA por el cono sur y su apoyo a los regímenes militares de la década del 70 recién ha comenzado.
hugo morales / dju
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