Cabrera aseguró que "yo nunca me fugue" y volvió a denunciar que ese hecho se enmarca en una "interna" entre la Policía Federal y la Bonaerense, a la vez que brindó detalles de conversaciones que mantuvo con los policías acusados por la voladura de la AMIA, que se encontraban alojados en el mismo centro de detención, pero que no se fugaron.
Cabrera envió una carta manuscrita a los periodistas advirtiendo sobre los temores que siente por su vida y sostuvo que se siente "un comodín al cual las dos fuerzas policiales quieren sacar rédito de los acontecimientos, así como el gobierno provincial".
Puntualmente, Cabrera -que integró la banda del "Gordo Valor"- dijo que no le brindan ningún tipo de protección y "quieren alojarme en una prisión provincial para asesinarme".
Al declarar ante el juez federal Gabriel Cavallo, Cabrera comenzó a formular su descargo sembrando dudas sobre la facilidad con que había podido evadirse del Departamento de Policía, pero comenzó a llorar asegurándole al magistrado que llevaba dos días sin dormir y seis días incomunicado, según confiaron voceros cercanos a la causa, tras lo cual el magistrado suspendió la indagatoria.
Hasta ese momento, Cabrera había hecho referencia a una conversación mantenida poco antes de la fuga con los policías Diego Barrera, Bautista Huici y Mario Barreiro, los tres detenidos por su vinculación con la causa AMIA, quienes le habrían referido su intención de "perjudicar" a Galeano.
"Me siento mal porque la Policía Federal me quiere matar", habría asegurado Cabrera ante el magistrado.
A su vez, en la carta, advirtió que "nunca se me acusó por delitos contra la vida o integridad de las personas. Creo no merecer que me asesinen pues siempre fui respetuoso de la vida".
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