F) SUSTO

Fue el que se llevó en el sur el juez de la Corte, Adolfo Vázquez. Es que el ministro de pronto vio como se hinchaba su rostro y sus intestinos se volvían incontrolables después de haber ingerido una entrada de camarones con palta en Río Gallegos durante una reciente gira de trabajo que Vázquez realizó por el extremo austral junto al administrador general de la Corte, Nicolás Reyes y al director de Servicios Generales, Luis Freire. Lo cierto es que el juez debió retornar de urgencia a Buenos Aires en un avión sanitario de la gobernación santacruceña para ser tratado en un centro asistencial porteño del percance de salud que ya superó pero que lo obliga a una estricta dieta. Lo tragicómico para Vázquez es que sus acompañantes que interrumpieron la gira con él y lo acompañaron de regreso hasta la clínica porteña, no tuvieron el más leve síntoma de intoxicación lo que provocó a más de un chusmo a retrucarle entre piadoso e irónico: “fue una maldición de (Julio) Nazareno”, el presidente de la Corte con quien Vázquez mantiene frías relaciones que se acrecentaron después de la última elección de presidente y vice de ese Tribunal, en el que el riojano junto a su par Eduardo Moliné O´Connor decidieron continuar en el cargo con sus propios votos. Pero como junto a Vázquez viajaron Reyes, un hombre que se ha ganado la confianza de los 9 jueces de la Corte aunque designado por Nazareno, y Freire, a quien se lo ubica junto a Enrique Petracchi, uno de los ministros de mejor muñeca política, no faltó quien comentara -en tono de chanza y calculada frialdad política- en una bien servida mesa de un restaurant de la Recoleta: “ Que Adolfo se cuide, porque no sería extraño que el Bubby (Nazareno) que viene perdiendo en todas las últimas votaciones en la Corte, acuerde con el Gato (Petracchi) y entre los dos se repartan el poder en el cuarto piso de Tribunales”.

hugo morales / dju