Es el rol que le aguarda en el ministerio de Justicia al radical Melchor Cruchaga, prácticamente ex diputado nacional que decidió renunciar como corresponde a su banca y ex miembro del Consejo de la Magistratura. Es que sobre sus espaldas recaerá no solo la atención de los problemas diarios de esa cartera y su relación con el Poder Judicial sino la instrumentación de la reforma que quiere impulsar este gobierno para el sector y el resistido traspaso de la Justicia Nacional al ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. Conocedor de las intrigas de Palacio y del rechazo de los jueces nacionales ha convertirse en jueces municipales, pese a que podrían estar mejor pagados, Cruchaga propone ir transfiriendo por sectores, muy paulatinamente y aquellos fueros de menor relevancia política y con mayores problemas de infraestructura como puede ser el correccional. Pero el abogado bonaerense no estará solo. Como subordinado suyo acaba de asumir Horacio Fuster, un bahiense cercano a Carlos “Chacho” Alvarez y de muy bajo perfil al punto que le espanta la exposición periodística. Un dato pinta a Fuster de cuerpo entero: cuando asumió en la subsecretaría de Justicia quiso pagar el democrático lunch de su propio bolsillo y de haber llevado una vida extremadamente austera en su Bahía Blanca natal pese a pertenecer a una de las familias más acaudaladas de esa ciudad. Pero la fortuna del padre de Fuster no vino de rancia herencia sino del trabajo forzado de transportista que lo llevó a tener su propia flota de más de 25 unidades. Este será el equipo que contará Jorge de la Rúa –infortunadamente ocupado en cuestiones privadas de salud de familiares- para encarar el desafío de uno de los poderes más controvertidos de la Argentina actual: el judicial.
hugo morales / dju
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