J) CASAMIENTO

Pero no de campanillas –como alguna prensa había anticipado- fue el del juez federal Adolfo Bagnasco con Andrea Ragna en el Tattersall del hipódromo de Palermo. Quizá para negar las comparaciones antojadizas con otros casos que envuelven a sus pares, cuestionando la legitimidad de sus patrimonios y todavía molesto por la denuncia de la secretaria de Interior, la frepasista Nilda Garré. Bagnasco limitó las invitaciones a una abundante familia judicial y amigos personales. En los jardines del remozado centro palermitano, el sábado a la noche, se pudo ver desde los jueces de la Corte –Julio Nazareno, Eduardo Moliné O´Connor, Adolfo Vázquez y Antonio Boggiano- hasta algunos políticos como el cordobés radical José María “Tuta” Hernandez, ex candidato a vicepresidente con Horacio Masaccesi y los peronistas Miguel Angel Toma y Raúl Granillo Ocampo, pasando por abogados como Alberto Piotti o jueces como Martín Federico y, obviamente, todos sus pares del fuero federal con la sola ausencia de Gabriel Cavallo, quizá poco apreciado en ese difícil ámbito judicial. El único funcionario del actual gobierno fue Federico Polak del Pami, pero esa concurrencia obedeció más a una fuerte relación personal que a una vinculación de tipo partidario. También estuvieron todos los empleados y funcionarios de su juzgado. La novia de blanco y un novio de estricto traje negro con chaleco y corbata en gris haciendo juego, recibieron de boca de una funcionaria del Registro Civil el sermón laico que suple al religioso cuando se trata de casamientos, en que uno de los contrayentes, lo hace en segundas nupcias. Mucha música, primero con orquesta y clásica para acompañar una cena de aspic de pollo y lomo con champiñones, regada con buen vino y champagne nacional, y luego con los clásicos del momento –cumbia y cuartetazo- en el que Bagnasco mostró sus cualidades al punto que hizo subir al escenario a una radiante María Servini de Cubría que no rehuyó del desafío bailantero.

hugo morales / dju