Son las que estarían recibiendo algunos jueces –algunas ya conocidas como la de Bagnasco- de parte de los sectores políticos de la Capital Federal para sumarse a alguna de las listas que competirán por las elecciones a senadores en la próxima primavera. Las ofertas provienen de diversos dirigentes y partidos ya asentados en la jurisdicción porteña pero también de quienes quieren conformar nuevas agrupaciones ante lo que consideran crisis terminal del sistema. Pero, lo sorpresivo es que se vaya a buscar como figuras políticas a integrantes de un Poder del Estado, que en la imagen pública, no se ha ganado la mejor consideración, con mucha injusticia porque –salvo las excepciones de toda corporación, la gran mayoría son honorables servidores de la sociedad que los nutre. Precisamente en ese cuadro de situación puede colocarse a un magistrado de uno de los fueros penales –su nombre, por ahora, lo mantendremos en reserva por respeto irrestricto a los códigos periodísticos- que fue tentado por uno de los dos partidos mayoritarios para llevarlo en sus listas y por un grupo de independientes. El juez, a quien le entusiasma el desafío pese a su simulada indiferencia, deshojaba la margarita el jueves pasado ante un grupo de amigos en un coqueto restaurant de la Recoleta mientras su ansiedad lo hizo repetir tres platos diferentes, a los que regó copiosamente con un delicado chardonnay.
hugo morales / dju
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