De esta manera quedará para la historia la clásica imagen de los nobles caballeros montados a caballo, vestidos con sus chaquetas rojas, sus botas y sus gorras negras que, acompañados por sus perros y al son de una trompeta, van a la búsqueda del pobre zorro, a quien, evidentemente no le interesa lo aristocrático de la situación.
La abolición de esta añeja tradición fue producto de una votación a la que faltó el primer ministro británico, Tony Blair, gran impulsor de la propuesta gubernamental, por encontrarse de visita en Belfast.
Aunque el proyecto de ley debe pasar ahora a la Cámara de los Lores, donde posiblemente será rechazada, el Gobierno podría optar por aplicar la llamada Acta Parlamentaria, con la que puede obligar a los Lores a acatar la decisión de la Cámara de los Comunes.
Dado que las elecciones generales están previstas para el mes de abril o mayo próximo, la propuesta del Ejecutivo laborista —una promesa electoral hecha antes de acceder al poder en 1997— podría adoptar la forma de ley a finales de este año.
El conservador ex ministro del Interior, Michael Howard, acusó al Ejecutivo de abolir una “actividad que ha sido legal desde tiempos inmemoriales”.
En cambio, el diputado laborista Michael Foster sostuvo que la caza del zorro “es cruel e innecesaria, y es hora de detener esta práctica”.
Mientras los parlamentarios deliberaban, simpatizantes y opositores al controvertido deporte desafiaron al frío londinense y se manifestaron ante el Parlamento.