El tribunal admitió que "ciertamente, de la lectura de ambas obras resultan coincidencias como son las que se refieren en la querella", si bien se reconoció carente "de los conocimientos literarios suficientes - sin contar con la ayuda de los correspondientes informes periciales - para hacer un completo análisis comparativo entre una y otra novela, y determinar si la coincidencia se produce en lo esencial o en lo accidental".
La querella ya había sido rechazada en junio de 1999, y tampoco había prosperado un recurso posterior, pero éste de apelación finalmente sí fue admitido.
Cela, ganador del premio Nobel de literatura en 1989, declinó realizar declaraciones tras conocerse los hechos.
"No tengo nada que decir. Dejémos hablar a los jueces", expresó el literato de 84 años.
El editor José Manuel Lara, promotor del premio Planeta, el de mayor cuantía en lengua española, declaró que "sería de tontos haber participado en semejante fraude".
Pero la escritora respondió que "no es de tontos, sino una clásica estrategia de mercado, respaldar una novela ganadora de un premio con una firma famosa aunque no se trate del autor real", insinuando que su novela pudo servir de inspiración a “escritores fantasma” de la editorial, a la que posteriormente añadirían la célebre firma de Cela.