El Tribunal Oral Federal N° 5 comenzó a juzgar a doce de los acusados, entre ellos tres funcionarios bancarios y dos policías. Por la sala de audiencias del primer piso de los tribunales de Comodoro Py pasarán 150 testigos y se calcula que el debate durará dos meses. El gran ausente fue Héctor "Tito" Rima, señalado como el cerebro de la operación y que se encuentra prófugo de la justicia. Como sólo usaron documentos falsos para llevarse el dinero, la Justicia apenas les imputa "defraudación a la administración pública", un delito con penas de 2 a 6 años de prisión.
Schiavetti tenía 30 años de antigüedad en el Banco provincial de Santa Fe cuando el 22 de diciembre de 1992 recibió la llamada de un supuesto funcionario del Banco Central, que le adelantó que al día siguiente tres inspectores iban a viajar a Rosario para retirar 30 millones de pesos. Los necesitaban para enviar a distintas sucursales.
“Yo hice exactamente lo que me indicaron -los que para mi- eran las autoridades del Banco Central”, se defendió el procesado ante los jueces Guillermo Madueño, Luis Direnzi y Leopoldo Bruglia. Hace poco tiempo que el tesorero cumplía ese rol en el banco por lo que aseveró en la audiencia no estar capacitado para cumplir la misión. Sólo había tenido una experiencia de traslado de dinero una semana antes cuando el 14 de diciembre acompañó el numerario desde Buenos Aires hasta Rosario. Ahora debía hacer lo mismo pero en sentido contrario.
A las 8 de la mañana del 23 de diciembre, en un vuelo de Austral, llegaron al Aeropuerto de Fisherton, en Santa Fe, los tres inspectores. Schiavetti, otro de los imputados y empleado del banco Hugo Alberto Tenaglia y dos portavalores los estaban esperando. Habían llevado el dinero al aeropuerto en un blindado. “La única diferencia que noté es que el traslado se iba a hacer en un avión de línea”, señaló el procesado en la indagatoria.
A Schiavetti le alcanzó para confiar en que estaba todo bien con las credenciales que llevaban los falsos inspectores y por una nota que los identificaba como funcionarios del Central y en la que se detallaba: "Por los inconvenientes por usted conocidos, debido a la falta de billetes de $ 50 el Directorio del BCRA ha resuelto por una situación de emergencia el reciclaje de australes 500.000 para una zona del país".
El plan era cargar las 13 bolsas en el avión de Austral que regresaría esa misma mañana a Buenos Aires. Pero el vuelo se suspendió y los "inspectores" decidieron alquilar dos avionetas. Tenaglia y dos de los inspectores hicieron el viaje en remís, mientras que el otro inspector se subió a una de las avionetas, que terminaron aterrizando en San Fernando.
A las 15 del 23 de diciembre, el gerente Schiavetti llamó al Banco Central para corroborar que el dinero hubiera llegado bien. Entonces quedó al descubierto el engaño: el Central nunca había pedido dinero al tesoro, los inspectores no eran tales; tanto sus credenciales como la nota que llevaban al llegar a Rosario eran falsificaciones.