Muchos dudan, ahora, especialmente Beraja y los accionistas del Mayo de las verdaderas intenciones de Pou cuando le ofreció en venta el Patricios, una entidad realmente mal administrada por Sergio Spolsky, quien se endeudó más allá de lo razonablemente permitido al diversificar negocios que no tenían el respaldo suficiente. Pou cuasi obligó a Beraja a comprar el Patricios y para ello prometió el apoyo del Central, como antes lo había hecho con otros bancos en problemas: el BID (Banco de Integración y Desarrollo) de Roberto Cataldi que sigue preso, el BCP (Banco de Crédito Provincial) de La Plata de la familia Truzzo que le costó un serio enfrentamiento con la Iglesia y otras entidades regionales.
Es cierto que hubo situaciones externas. A partir del efecto Tequila pero fundamentalmente al estallar Rusia, el retiro de los inversionistas de los mercados emergentes fue en desbande.
El fondo Newbridge que apuntaba a convertirse en el socio estratégico que el Mayo necesitaba para consolidar su expansión, de la noche a la mañana se retiró de su negocio de comprar Provencred -la tarjeta del Mayo- y ello dejó a Beraja girando en el vacío. Obviamente, habrá responsabilidades en el manejo del Mayo por parte de Beraja pero en su defensa -si es que se actúa sin perjuicios para un hombre que hizo de su banco una fuente de subsidios para las instituciones de bien público de la colectividad judía- puede decirse que se quedó a defender su honor, que no se ocultó y que dió la cara para ir pagando su deuda. Esta actitud es muy diferente frente a otros que recién aparecieron cuando se habían sacado de encima a jueces molestos a quienes amenazan con juicios políticos.
Hugo Morales
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