28 de Junio de 2024
Edición 6995 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 01/07/2024

LO DE SIEMPRE.

 
Justo cuando empezaban a soplar vientos de cambio tras las enseñanzas que nos dejaba el confuso proceso de juicio político a la Corte, las dos propuestas del gobernador Solá para cubrir as vacantes en el Superior Tribunal de Buenos Aires, no hacen mas que confirmar que para llegar a esos cargos hace falta una buena “palanca” política. Es que las designaciones de Luis Genoud, hombre de estrecha confianza del gobernador y de la juez porteña Hilda Kogan –desde la gobernación hicieron público que su nombramiento se debe a la gestión política del presidente de la UCR provincial, Federico Storani-, no hace más que confirmar que diplomas, trayectorias y curriculum ceden ante una negociación política en lo alto del poder. El caso de Genoud no sorprende a nadie, ya que su última gestión pública fue como integrante del gabinete de Solá, pero el de la juez Kogan, una abanderada de la no intromisión de la política en las cuestiones de la Justicia, desorientó a más de uno, que la imaginaba sosteniendo ideales más principistas aunque como queda demostrado nadie puede decir de este agua no he de beber. En realidad no hay nada de malo en este sistema, que aunque no ideal, transparenta la relación acuerdista y de consenso que rige entre las fuerzas políticas y el modo en que colocan sus fichas en el complejo tablero del poder (la justicia, aunque les pese a muchos, no está ajena a ello). Lo pernicioso es no defenderlo aunque no nos convenga. Lo que está claro es que Solá, amante de lo políticamente correcto, pensó una jugada de triple efecto, por un lado nombrar a alguien impulsado por el radicalismo y por el otro cumplir con las modernas tendencias de representación de cupos de género y minorías -la polla de Storani es mujer y pertenece a la comunidad judía- ¿Será por eso que en las cercanías de Duhalde pensaron en la cortista cuyana Aida Kamelmajer de Carlucci, para ocupar la plaza liberada por Bossert?

A FONDO. Es como se investigarán los antecedentes de los candidatos a ocupar la plaza que dejó vacante Bossert en la Suprema Corte. Ya hay varios aspirantes preocupados por esta faceta que lleva implícita la condición de postulante. Es que con las exigencias que ha desarrollado la sociedad con respecto a las aptitudes de quien vaya a ser miembro del alto tribunal, es impensable que se deje algún rubro de la vida, ya sea pública o privada sin escudriñar. Así, todos serán revisados no sólo en su presente académico-profesional, sino también en su pasado (¿quién alguna vez no tuvo un deslucido y zafador 4 en alguna materia de la carrera de derecho?), en su patrimonio, su vida profesional, sus relaciones políticas, su vida sentimental, y hasta sus preferencias sexuales. Y a nadie le gusta poner en la vidriera pública los aspectos más recónditos de su vida, o sus vergüenzas mejor tapadas. A nadie tampoco le gusta que le descubran la casa en Miami, en el country o en Punta del Este o que en su pasado como abogado le daba duro y parejo en alguna de las tantas industrias de juicio. Tampoco es lindo que se sepa que como profesor era mas bien mediocre o como alumno mas bien un queso, que no trata del todo bien a los empleados del estudio, o del juzgado, y mucho menos que le gustan las jovencitas en desmedro de la patrona de las primeras nupcias. Aquellos que están ocupando ya un cargo en la justicia, no se sienten cómodos con que salgan a la luz sus fallos peor escritos o alguna cuestionada resolución vaya a saber sobre qué tema. Nadie se siente a salvo con la lupa tan cerca. Es quizá por esto que encumbrados hombres de Derecho, con la fama y el honor intactos se han apresurado a desmentir su posible futura candidatura a ocupar la plaza cortista. Para qué arruinar la buena imagen... no es cuestión de quedar expuestos como los de El Gran Hermano. ¡Adelante mis valientes! (Soledad Silveyra dixit).

CALIENTE. Esta el clima del juicio oral y público por el atentado contra la AMIA. Y a medida que se avanza en la Causa Brigadas (los sobornos a Carlos Telleldín que ligan a los policías bonaerenses con el atentado terrorista) el clima se torna cada vez más pesado. Por ejemplo: los querellantes de la DAIA, AMIA y Familiares de las Víctimas ya denunciaron a nueve policías por falso testimonio (recibieron la noticia que el secretario de seguridad bonaerense, Juan Pablo Cafiero, ya ordenó la instrucción de un sumario administrativo contra esos policías, que pone “en capilla” a futuros testigos de la fuerza). Otra: la defensa del ex comisario Juan José Ribelli anunció que denunciaría a la esposa de Telleldín, Ana Boragni, por falso testimonio agravado (con la semana judicial cerrada la presentación no se había hecho efectiva) y, la tercera, fue por obra y gracia del Tribunal Oral. Dejaron detenido a un testigo, Martín Ragonesi, por mentir ostensiblemente en la audiencia. La denuncia recayó en el juzgado de Sergio Torres, que como era previsible, concedió la excarcelación. Pero la movida del Tribunal sorprendió en los pasillos del juicio y cada uno hizo su interpretación, siempre acorde, claro, con sus intereses en la intrincada causa. En el piso de los fiscales se especula que Ragonesi vino a mentir a favor de su ex cuñado, el acusado policía Diego Barreda, porque después de la declaración de Boragni (una mano de bleque para los policías) se viene la guerra Ribelli-Telleldín. Dos pisos más arriba, en cambio, no se especula tanto. Allí se dice que los jueces se cansaron de que les mientan en la cara y detuvo al testigo como señal de que, ahora sí, “se acabó la fiesta”. Habrá que estar atentos. (Especial de Diariodeljuicio.com)

CANSADOS. Así reconocieron estar los jueces y camaristas del fuero en lo Contencioso Administrativo Federal, que a raíz de que los temas relacionados con el corralito los convirtieron este año en los principales protagonistas del año judicial. Fueron miles y miles los amparos que se presentaron en contra de las medidas del Poder Ejecutivo y ante tal andanada de recursos la mayoría de los magistrados decidieron no tomarse en su momento la feria judicial de invierno ya que la cantidad de trabajo se los impedía. Pero, dado que ya los recursos que presentaban urgencia en su atención ( enfermos y ancianos) ya fueron resueltos en su gran mayoría, tanto los jueces como los camaristas decidieron que se tomarán íntegra la feria de verano y de ese modo se moverán como siempre lo hicieron en los recesos, con un juzgado y una sala en turno. La decisión fue tomada el jueves por la tarde cuando desde la presidencia del fuero se convocó a los magistrados a un plenario extraordinario con el fin de evaluar de que modo se iba a parar el fuero respecto de los amparos y el receso de enero. Si bien quedan varias causas relacionadas con la emergencia por resolver, basta con una “inspección ocular” de algún juzgado para confirmar los estragos que produjo el zafarrancho económico-jurídico de comienzos de año. Los jueces, que en su gran mayoría reconocen que tanto sus empleados como ellos están muy cansados, esperan que no salga ninguna rara ley ni decreto desde el gobierno que los obligue a interrumpir sus merecidas y ansiadas vacaciones. Este verano la feria es sagrada.



alejandro s. williams / dju
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