¿QUIÉN SOY? Cuentan que el presidente del Bank Boston, Manuel Sacerdote, se sentó displicente en el despacho de la juez de instrucción María Cristina Bértola y fue derecho al grano, acostumbrado a imponer presencia en el mundo de las finanzas locales e internacionales. Esquivando escarches y cacerolazos, el banquero se presentó de manera firme ante la juez y en vez de cumplir con el formalismo de dar sus datos filiatorios, ya que se trataba de una indagatoria, apuntó a la magistrada y le preguntó “¿Usted sabe quién soy yo?”, para luego agregar “Yo soy el representante argentino ante la banca internacional, soy el presidente del Boston”, aseguran que dijo, palabras más palabras menos. Ante la primer pregunta la juez, inconmovible, le respondió quien era, “Usted es una persona imputada de administración fraudulenta”. Mejor hubiera sido no haber preguntado tanto, se habrá dicho para sus adentros Sacerdote, quien fue procesado al tiempo por Bértola, luego de probar que el banco le había asegurado a sus ahorristas -semanas antes del corralito- que le iban a garantizar la total disponibilidad de sus depósitos y después nunca volvieron a recuperarlos. Pero ante lo explícito y sucinto del discurso de la juez, Sacerdote ensayó otro argumento: le echó la culpa a los gerentes, asegurando que él no se encargaba de las pequeñeces del banco, en definitiva...que él estaba “para cosas mayores”.
VISITA. Desde hace algunos meses el cómico Nito Artaza, especialista en imitaciones, se convirtió en el abanderado de la lucha de los ahorristas atrapados por el corralito financiero. Tal es así que se consolidó como el líder indiscutido del grupo y hasta en las marchas muchos se acercan a él para pedirle consejos sobre qué hacer para recuperar sus fondos y el siempre da la misma respuesta “confíen en la justicia”, a la vez que pregona una mayor celeridad en la resolución de los trámites. Esta semana -a pesar de que se mantuvo en expresa reserva- Artaza se fue a entrevistar con el presidente de la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal, Guillermo Galli, y dialogaron largo y tendido sobre la situación del fuero, que en su gran mayoría benefició a los amparistas. Las inquietudes del artista fueron respondidas por Galli, juez amable como pocos en el Palacio de Justicia, y además el camarista invitó a Artaza a recorrer la Cámara de Apelaciones. Don Nito, que demanda justicia a jueces en cuanto puede, pudo comprobar como está el fuero, que a pesar de que ha pasado el peor momento, no logra bajar las pilas y pilas de expedientes que adornan mesas, sillas y demás mobiliario. La inspección ocular le permitió comprobar a Artaza que la falta de celeridad que reclama en las distintas marchas no es del todo responsabilidad de los jueces, sino por el contrario, se debe a una falta de material humano para hacer frente a una realidad que si bien pasó su mayor pico de tensión, aún deja sus severas secuelas.
ESTUPOR. Causó a un cronista de este diario verificar “in situ” una bravuconada que mezcla intrepidez con provocación y señala que las lecciones colectivas de la historia no fueron aprendidas por todos. Pasó cuando en la estrecha escalera que comunica el sótano donde se realiza la audiencia oral del juicio oral y público por el atentado contra la AMIA con la Planta Baja de los Tribunales de Comodoro Py 2002, –la más transitada por fiscales, querellantes y defensores- apareció una svástica nazi marcada sobre el mármol. Un abogado querellante, presente en el momento del hallazgo, opinó que es “demasiada casualidad” que tal símbolo aparezca “tan cerca del juicio”. El sorprendido cronista contó que ha visto cruces nazis alternativamente en los baños del edificio de los tribunales, mezcladas entre previsibles mensajes soeces, referencias a jueces y contrapuntos futboleros. Pero en una zona de circulación, nunca. Tal vez alguien, ahora, las manden a tapar. Es de esperar que las autoridades de la Casación –ejercen la superintendencia del edificio- muestren real velocidad en la reparación de este avieso acto, que por lo visto, no es el primero.
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