UN PIE AFUERA. De su cargo tendría por estas horas el Jefe de la Unidad Especial de Investigaciones del atentado contra la AMIA, Alejandro Rúa, después de la difusión de su balance anual sobre la actuación de la repartición a su cargo en torno a las investigaciones por el atentado del 18 de julio de 1994. Es que el balance contiene fuertes críticas a los jueces que no permitieron el acceso de Rúa a dos expedientes, uno sobre las irregularidades de la investigación (lo tiene Claudio Bonadío) y el del presunto enriquecimiento ilícito del entorno de Carlos Menem, que el juez Norberto Oyarbide unificó con la causa por la presunta omisión maliciosa por parte del ex presidente de una cuenta en Suiza. En el informe se dice que a Oyarbide se le critica la “ausencia de interés” de colaborar con la Unidad y para Bonadío el embate es todavía más fuerte, para Rúa, la falta de colaboración del juez “es un ejemplo destacado en materia de obstáculos” a la investigación del atentado. Los dos jueces ya pusieron el grito en el cielo por el escrito, del cual recibieron copia el juez de la AMIA, Juan José Galeano, los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia y los jueces del TOF 3, que llevan adelante el juicio oral y público a la supuesta “conexión local” del atentado. El encono que se ganó Rúa con estos dos magistrados no parece ser menor que el que le guardaría el juez Galeano, a quien, vale aclararlo, no cuestiona. Sin embargo, el juez no se olvida de las “sugerencias” (en su juzgado la vivieron casi como “presiones”) que recibió de la Oficina Anticorrupción (trabajan con Rúa estrechamente) para imputar al ex presidente Menem como “encubridor” del atentado, y así destrabar la colaboración de Suiza en la identificación de la supuesta cuenta denunciada por un testigo iraní, el polémico “C”, (que declara la semana que viene, tal como se adelantó hace bastante tiempo en Diariodeljuicio.Com). Por eso, en algunos pasillos de los Tribunales Federales no se descarta que Galeano sea de la partida a la hora de horadar al díscolo Rúa, que tampoco estaría recibiendo por estas horas buenas señales de su jefe, el viceministro de Justicia Guillermo De Santis.
BATACAZO. Fue el protagonizado en las recientes elecciones en la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, por la nueva lista modelo 2002, conducida por el camarista de casación Raúl Madueño, que llevaba como candidato a presidente a Miguel Ángel Caminos. La flamante Lista Bordó, nacida como fruto del divorcio que arrastró en estos últimos dos años a los integrantes de la histórica Lista Blanca, demostró que en el gremio de los jueces nadie tiene la vaca atada. Recogiendo la experiencia de Claudio Kiper, que de la nada y en poco tiempo llevo al cenit electoral a la joven Lista Celeste –nació hace pocos años, también como un desprendimiento de los blancos, y sorprendentemente se transformó en mayoritaria al poco tiempo- se lanzó a ganar el campeonato cuando algunos le decían que con salir segundos y dejando terceros a sus ex compañeros de ruta conducidos por Bindo Caviglione Fraga, ya significaba tocar el cielo con las manos. Por eso es que la derrota –aunque fue por escaso margen, salvo en Capital, donde la caída fue mayor- sacudió muy fuerte a los kiperistas, que venían de un apabullante triunfo, hace pocas semanas, en las elecciones para el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento. En una contienda donde los celestes dejaron en el banco a sus más filosas espadas –ni Kiper, ni Lugones ni Dugo se presentaban para cargos electivos- , el camarista Juan Carlos Fernández Madrid vio frustrada su reelección. Como suele suceder luego de un traspié electoral, se buscan culpas y responsables, por eso rápidamente, desde el entorno del veterano camarista laboral, salieron a remarcar que el hoy casi ex presidente de la AMyFJN no era el padre de la derrota. Como prueba ofrecían a quien los quisiera escuchar, la victoria que hace justamente dos años lo llevó a ganar la elección por 11 votos de diferencia contra el ex blanco Raúl Madueño, que hoy –amén a su perseverancia, y convertido en bordó- vuelve a saborear las mieles del éxito.
MUCHO, PORQUITO O NADA. Distintas son las expectativas que tienen los jueces del fuero en lo Contencioso Administrativo Federal respecto de la posibilidad de la sanción de un decreto del Poder Ejecutivo que de luz verde a la suba de las tarifas de los servicios públicos privatizados. Algunos magistrados no descartaron que la rúbrica presidencial a favor de la suba pueda desatar un presentación masiva de amparos, que según explicaron, daría como en el caso del corralito mucho trabajo a jueces y abogados. Claro que nadie cree igualmente que ningún fenómeno, decreto o novedad sea de tal magnitud que pueda desatar las avalanchas de presentaciones que pusieron al fuero al borde del colapso. Para otros jueces del fuero la posible suba de tarifas no generará la presentación masiva de damnificados, ya que estiman que se tratará de un aumento controlado y acotado a los sectores que le pueden hacer frente al incremento. Tampoco faltó el magistrado que con una lectura más política y desde el sentido común, opinó que por el momento el Poder Ejecutivo no firmará nada, ya que según expresó “Eduardo Duhalde se terminaría enterrando políticamente si cede a las presiones de las empresas y el Fondo Monetario Internacional”. Costo que el Jefe de Estado no estaría dispuesto a asumir, justo ahora que se siente a punto de pasar a la historia como bravo piloto de tormentas. Así están la cosas entre los jueces: algunos temen una debacle anti-vacaciones, otros se inclinan por la rutina del aumento acotado y están los que no creen que salga nada hasta que se elija el próximo presidente, aunque los cortes de luz nos dejen más de una vez a oscuras. Sólo resta esperar unas semanas para ver cómo evoluciona el tema. Por las dudas esta columna propone que vayan preparando las valijas –recordemos que con el famoso corralito el fuero entero perdió las vacaciones del pasado enero- pero que dejen a mano una postal del mar, por si es necesario pasar la feria estival en Punta Terra.