El Superior Tribunal de Justicia de Río Negro decidió absolver a uno de los condenados por el secuestro seguido de muerte de las hermanas María Emilia y Paula Gonzáles y Verónica Villar , que se conoció en los medios como el triple crimen de Cipolletti dado que ocurrió en ese ciudad el 9 de noviembre de 1997.
La medida del alto tribunal provincial benefició al imputado Guillermo González Pino, quien había sido condenado a 18 años de prisión por la Cámara del Crimen de Roca a principios de julio de 2001, aunque en esa oportunidad no se le imputó el hecho de haber participado del homicidio.
En tanto, los ministros del Máximo Tribunal desestimaron el recurso de casación interpuesto por la defensa del otro imputado, Claudio Kielmasz, por lo cual confirmó la sentencia a prisión perpetua que pesa sobre él por los mismos hechos que González Pino.
Las hermanas aparecieron muertas en las afueras de Cipolletti en la mañana del 11 de noviembre de 1997 y se comprobó que fueron vejadas y asesinadas a balazos, en tanto que su amiga Verónica Villar, que estaba muy cerca de ellas fue asfixiada.
En los primeros momentos de la investigación la Policía detuvo a tres marginales, pero con el correr de los días se descubrió que había sido una maniobra para desviar la investigación.
Los jueces de la Sala II de la Cámara del Crimen -César Lopez Meyer, María Evelina García y Juan Rotter- leyeron la sentencia durante seis horas frente y afirmaron que "las jóvenes fueron víctimas del accionar sádico y lujurioso de un grupo de inadaptados sociales, no todos marginales, exacerbados por efectos de alcohol y la droga. Su fin era satisfacer sus más bajos instintos".
Para llegar a esta conclusión, se basaron principalmente en dos testimonios, el primero fue el de una prostituta de 15 años que aseguró que, el domingo en que desaparecieron las víctimas, ella las vio en una "fiesta" sexual.
El segundo testimonio que valoraron fue el de un peón rural, Rafael Huiriman Lloncón, quien declaró durante la investigación pero que no pudo hacerlo en el juicio porque murió atropellado en enero. El hombre juró haber presenciado el secuestro de las chicas y describió a seis personas, incluido González Pino.
Los jueces consideraron que la actuación de Kielmasz fue más grave porque él fue quién aportó el arma homicida -pertenecía a su madre- y por sus actitudes posteriores al crimen: molestó a las familias de las víctimas con excusas y cambió su declaración cuatro veces.
A González Pino lo complicó el testimonio de su ex pareja, Sandra González, quien dijo que lo vio llegar a su casa con la ropa ensangrentada en la noche de la desaparición.