En el juicio, la semana pasada, la fiscal Susana Montenegro y el abogado querellante por la empresa, Javier García Santillán, en nombre de La Anónima S.A. habían pedido condenas de dos años y medio y dos años de prisión, respectivamente.
En su defensa, Conde aseguró que no sabía que no podía modificar los precios o realizar regalos para fidelizar clientes. Así, reconoció que entregó leche y vinos a un costo menor y que, ante una compra significativa, le regaló una botella de champán a un cliente para su cumpleaños.
“Nadie me dijo nada”, exclamó Conde sorprendido, al ejercer su defensa. En el expediente, se comprobó que Conde pasó los productos por la línea de caja pero con códigos diferentes y de esta forma no quedaba registrada la descripción de la mercadería que se entregaba.
Por otro lado, en el juicio el jefe administrativo zonal de las sucursales, dijo que el supermercado tiene previsto hacer descuentos a clientes, pero Conde no utilizó el procedimiento adecuado.
El Tribunal, integrado por Carlos González, Benigno Rebecchi y Abel Depetris, dio por probado que Conde “vendió a determinadas personas, sin autorización de la superioridad, productos a un precio inferior al que se debía expender (...) y efectuó obsequios, también sin autorización, a determinadas personas”.
Así, le imputó haberse excedido “arbitraria y dolosamente” en las facultades conferidas por la empresa para “administrar debidamente sus bienes”. Y no le creyeron cuando dijo que no sabía, porque “no era un improvisado en el supermercadismo” ya que se había desempeñado en la cadena de supermercados Tía.
Durante dos años, Conde deberá presentarse regularmente ante el Patronato de Liberados local.