Se sabe que, en parte, el defensor del ex policía para quien la fiscalía pidió la pena máxima de reclusión perpetua reeditará algunos argumentos que ya utilizó la defensa de Carlos Telleldín, que alegó durante cuatro jornadas la última semana de febrero.
Ubeira coincidirá con la defensa de Telleldín, sin duda, en ubicar al juez Juan José Galeano en el centro de las críticas. Dirá –como ya se indicó durante el juicio- que la declaración de los agentes de la SIDE en el juicio probó lo que ellos venían denunciando: que el juez le pagó a El Enano para que acusara a su defendido y a los otros policías.
Ubeira repite en los pasillos y en entrevistas varias que fue él quien logró que los agentes de la SIDE se sentaran a declarar, peleando el levantamiento del secreto de Estado que hubiera protegido a los espías.
En rigor, la palabra final en ese sentido la tuvo el presidente Néstor Kirchner, que dejó sin efecto un decreto de su predecesor, Eduardo Duhalde, que limitaba ostensiblemente los temas sobre los que jefes y empleados de la central de inteligencia podían hablar libremente.
Lo cierto es que más allá de quién es el padre de la criatura, está claro que los agentes de la SIDE construyeron una versión de la que ni la fiscalía dudó: Telleldín cobró y por eso su declaración donde aseguró que los policías se llevaron la Trafic es nula.
Ubeira dirá algo parecido, pero agregará que Telleldín declaró la versión que le dictaron el mismo juez Galeano y la fallecida camarista federal Luisa Riva Aramayo. Cuenta para esto con un detalle no menor: la defensa de Telleldín, días atrás concluyó lo mismo, cerrando diez años de idas y vueltas y versiones contrapuestas de El Enano en el expediente y ante la prensa.
La duda es si Ubeira defenderá a su cliente también en terrenos en los que evitaron ingresar puntillosamente durante todo el juicio: las acusaciones concretas que, a juicio del juez Galeano en argumentos retomados luego por la fiscalía en su alegato, conforman un cuadro indiciario que alcanza –dicen los acusadores- para sindicar al ex comisario bonaerense como partícipe necesario del atentado.
Así, Ribelli nunca habló de la supuesta herencia de 2.500.000 dólares que recibió de su padre para él y sus hermanos, y que para el fiscal Nisman es en realidad la “cubierta” para disimular el pago de los terroristas.
También, el ex comisario bonaerense no dijo casi nada durante el juicio de las comunicaciones telefónicas intervenidas donde demuestra preocupación por el aniversario del atentado y llama a todos sus subordinados a negarse a declarar a medida que son detenidos.
Solo una vez, en la primera declaración indagatoria, Ribelli argumentó que la preocupación era por el sumario interno que –sabía- autoridades de la fuerza estaban realizando sobre él y sus hombres, pero no profundizó ni contestó preguntas.
Ese silencio es, para los acusadores, una señal de culpabilidad. Fuentes de la defensa indicaron que “se hablará sobre eso”, pero no dieron más precisiones. Lo que sí está claro es que el eje del alegato será igual a lo que ya se escuchó de Ribelli en el juicio: defenderse atacando.
Hasta ahora, en rigor, no necesitó más. Todavía suenan en los oídos del ex comisario las palabras del fiscal Alberto Nisman, semanas atrás, cuando en referencia al juez Galeano dijo lamentar que quien más había hecho para detener a Ribelli y los demás policías fue quien terminó, con el pago a Telleldín, dándoles el mejor argumento de defensa.