GUERRA DE JUECES. El tema del corralito será sin duda uno de los hitos de la historia judicial argentina. Pero como la historia inexorablemente se escribe despúes que suceden los hechos, contará con los espinosos debates a los que nos tiene acostumbrados el parcialismo criollo. No es otra la conclusión que puede sacarse de la lectura de ciertos pasajes del voto de la Corte en el caso "Bustos". Allí se tildó casi de "demagogos" a los jueces que concedieron las cataratas de amparos en favor de los ahorristas, sin reparar en que por el vacío de poder político que existía en la época y con un Poder Legislativo carente de toda autoridad, los jueces ocuparon, y no precisamente por voluntad propia, el centro del ring institucional, conviertiéndose en el único factor de contención social en el curioso brote anárquico de la clase media. De la Rúa, subido al helicóptero, Duhalde sacando un decreto que desconocía la intangibilidad dispuesta por los legisladores y la gente destruyendo los bancos tras la agresión a su viscera más sensible: el bolsillo. Dos años después, la culpa la tuvieron los jueces: ni los bancos, ni los políticos, ni el FMI. Lo único positivo que había logrado semejante crisis, era por primera vez en muchos años, haber provocado un acercamiento entre la gente y sus jueces. Es cierto que hubo algunos casos de acercamientos "non sanctos" que dejaron jugosos dividendos a organizaciones amparistas, pero en el grueso de los casos, la justicia estuvo a la altura de las circunstancias. Sólo prescindiendo de esas postales de crónica viva, se puede concluir que esos jueces actuaron equivocadamente. El trabajo titánico de empleados y funcionarios, a los que ni se les otorgó el beneficio de cobrar horas extras, cierra (o abre) otro capítulo de la esquizofrénica historia argentina.
TODO PERSONAL. Uno de los temas centrales que tiene por delante la dirigencia abogadil del foro porteño es la vinculada a la nueva caja previsional. Como en todo comienzo se necesita saber con qué se cuenta, por eso la misión prioritaria fijada por su primera conducción es la de ralizar un censo entre los miles de matriculados al Colegio Público. Anunciando la puesta en marcha del proceso de reclutamiento informativo que se extenderá por varios meses, CASSABA convocó a la prensa especializada para hacer conocer los lineamientos de la propuesta que se difundirá en sus detalles, a través de los medios. En toda reunión con periodistas puede haber alguna pregunta fuera de libreto, eso es lo que justamente comprobó Hugo Germano, anfitrión en la ocasión, cuando se le preguntó quien más compartirá la información que conste en el relevamiento censal. Muy suelto de cuerpo el mandamás de CASSABA, afirmó que el Colegio Público también tendrá acceso a los datos sensibles de los matriculados que engrosen la imprescindible encuesta. Información como tomo, folio, año en que se recibió, estado civil, en dónde vive, con quién, si tiene hijos, si trabaja en relación de dependencia, además de por supuesto el nombre, apellido y la fecha de nacimiento, corrían entonces el riesgo de aparecer con la información pública de libre acceso que otorga el Colegio, a través de su oficina de matrícula y hsta en su sitio web. El revuelo que se armó por lo que al principio pareció una afirmación inocente, hizo comprender a la flamante directiva de la caja, que Germano "había metido la pata". La gaffe quedó patente minutos más tarde cuando antes de que culminara el ágape de ocasión se excusaron muy amablemente con los asistentes y se retiraron para abocarse a una reunión de directorio. Parece que allí Germano se ligó un tirón de orejas y que la información de CASSSABA en CASSABA quedará.