Por eso intentó explicar que es el terrorismo, adelantando que los datos que existen sobre los grupos que se dedican a tan siniestra tarea son insuficientes, y por eso la investigación se ve muy limitada. Para dar una definición, lo describió a través de sus características: una red jerárquica estructurada –aunque en realidad afirmó que es un híbrido, ya que esta característica se aplica también a otro tipo de cosas-; son grupos que combinan elementos centralizados y descentralizados, diferenciados en unidades con diversas tareas que crean y disuelven células continuamente según sus metas estratégicas.
Además, destacó que estos grupos tienen una conformación vertical y horizontal (pero es un rasgo que también está presente en el crimen organizado y en organizaciones legales); el tamaño de los grupos depende del gobierno al que se opongan y siempre actúan en la clandestinidad; es imposible saber la cantidad de sus seguidores; pero el dato particular radica en la utilización de la violencia dirigida a los Estados, sus instituciones y la población para infundir terror y horror para lograr presión en los gobiernos; por último, el elemento de “shock” que provoca que naciones enteras se sientan atacadas ante la sensación de vulnerabilidad.
Por otra parte, explicó que los medios de comunicación tienen un papel fundamental para producir el efecto querido por los terroristas, ya que multiplican en cuestión de minutos los ataques, mediatizando la imagen de los terroristas, y propagando a nivel mundial la sensación de vulnerabilidad que producen a las víctimas y al resto del planeta. Además, entiende que éste podría ser un punto de partida para tomar medidas contra el preocupante fenómeno.
También explicó que la motivación que utilizan para el reclutamiento está vinculada a crear una desconexión moral del terrorista cambiando la culpa entre la víctima y el victimario, a través de la deshumanización de la víctima.
Al explicar que causa la adhesión a éstos grupos destacó que la falta de identidad colectiva por la perturbación social atrae a la gente a explicaciones simples sobre esos problemas que terminan por señalar el culpable de todos los males como meta a destruir, creando un sentimiento de identificación por medio de metas colectivas. Además, los más influenciados suelen ser hombres desempleados frustrados y los jóvenes –que a la hora de los ataques miden menos las consecuencias-. Por otro lado, aquellos que se adhieren por sentimientos peligrosos no se sienten limitados por cuestiones terrenales.
Por otra parte, entiende que hay un problema de asimetrías por la naturaleza de los grupos y de las naciones, para combatirlos. Ya que los costos de financiamiento de los terroristas son muy bajos y se autofinancian, mientras que el Estado necesita utilizar mucho más dinero tanto para prevenir como para paliar los efectos de un ataque. La eficiencia de los terroristas es a corto plazo, dado que en un sólo ataque exitoso ya logran su cometido, mientras que el Estado tarda años en revertir sus efectos. Por último, ambos se presentan como víctimas.
Por último, Wildfang se refirió al fenómeno contra terrorista, aclarando que existen medidas de represión directa –en telecomunicaciones, internet, autoridades, intercambio de datos nacionales e internacionales-, e indirectas –como las leyes-, y medidas de prevención directas para evitar los ataques –de seguridad en estructuras de edificios y sus ubicaciones, almacenamiento de registros de clientes y seguridad bancaria, análisis biométricos en pasaportes, y medidas en colaboración con otros Estados-, e indirectas –contra las supuestas causas para evitar el reclutamiento de terroristas-.
Pero explicó que las medidas de represión directa sólo logran un alto gasto de dinero y sigue siendo muy difícil que así lleguen hasta el líder de las operaciones. Las medidas de represión indirecta suelen hacer una conexión entre la inmigración y el terrorismo, aunque aún no se haya establecido esa conexión, además, se critica este tipo de leyes porque fomentan y alientan el odio racial. Las medidas de prevención indirecta representan un gran esfuerzo que no logra evitar el financiamiento de los grupos terroristas, y finalmente, las medidas de prevención indirecta llevan a entender que las personas que no participan en la sociedad son el problema.
Como conclusión la analista alemana destacó que la pérdida de los derechos democráticos que suele ser la consecuencia inmediata tras un ataque contribuye a alentar a los terroristas, ya que les afirma el poderío del terror que han querido infundar. Además, las acciones represivas que se han tomado como contramedidas ante los ataques no desvirtúan los efectos de los ataques y solo crean el temor de que la nación atacada lo sea nuevamente debido a dichas contramedidas. Por eso finalizó Wildfang entendiendo que la mejor estrategia la constituyen las medidas preventivas a largo plazo.
Luego de esa conclusión, comenzó su disertación Daniel Pastor –de la delegación Argentina-, quien inició su exposición con un breve relato acerca de los comienzos de estas prácticas en los años ’70, pasando luego por el terrorismo de Estado, hasta llegar a los ataques sufridos por Estados Unidos el 11 de Septiembre de 2001, cuando estas prácticas comienzan su forma transnacional y basándose en el aprovechamiento de alta tecnología.
Así pasó a analizar las consecuencias del ataque a los Estados Unidos, que trajo aparejado la invasión, primero de Afganistán y luego de Iraq. Con lo que Pastor se planteó si la guerra como reacción constituye para el derecho penal un crimen. Allí advirtió que la diferencia entre el derecho penal y la guerra, es que para la primera su función es evitar la guerra, mientras que la segunda, es la negación misma del derecho, o la prueba de su insuficiencia ante una situación determinada. Por eso entiende que el derecho penal debe hacer un modelo con normas compatibles con las garantías fundamentales.
Por último, señaló cada uno de los instrumentos internacionales que existen en la materia, tales como el Convenio de Tokio de 1963, pasando por la Convención Europea de 1967, la Convención de Barbados de 2002, hasta llegar al Convenio Internacional para la represión de los ataques terroristas, entre otros. Con respecto a la Argentina, comentó que a partir de los ataques sufridos en 1992 y 1994 se comenzó a pensar en una ley integral antiterrorista, pero nunca se logró llegar a un acuerdo. Sin embargo, nuestro país fue adoptando de manera progresiva, como ley interna, cada uno de los tratados internacionales que existen en la materia (como es el ejemplo del Decreto 1235/2001). Asimismo, destacó varios proyectos de ley que aguardan tratamiento dentro del Congreso Nacional.