Mariano Cúneo Libarona es, quizás, uno de los pocos abogados argentinos que casi no necesita presentación. Saltó a la fama a principio de los 90´ a fuerza de clientes poderosos y de casos resonantes. Y se hizo fama de abogado mediático. Alejado de las pantallas y de los micrófonos por decisión propia, pero no de la abogacía, interrumpe una tarde de trabajo para dialogar con Diariojudicial.com en su coqueto estudio. Durante la charla, que se corta un par de veces por el llamativo ruido de su celular, Cúneo Libarona hace un repaso de su carrera profesional y se permite opinar sobre aspectos centrales del Poder Judicial actual. Siguiendo la tradición familiar, trabajó en Tribunales desde muy chico. En 1983, al poco tiempo de recibirse, fue nombrado secretario de un juzgado de instrucción, donde compartió sus días con varios jueces. “Muchos de ellos son amigos en la actualidad”, cuenta Cúneo Libarona mientras los señala en una foto vieja que se mezclan entre los libros de su biblioteca. Muy cerca sobresale su frase de cabecera: “Mañana es hoy”. Del otro lado, varias fotos de su familia. Pese al legado de su padre, ocho años después se alejó del Poder Judicial. “Fue una época buenísima de mi vida, pero no veía posibilidad de ascensos”, admite a la distancia. Y agrega: “Tribunales es una novia muy ingrata”. Alejado de los pasillos de Talcahuano, Cúneo Libarona comenzó a trabajar en grandes estudios. Llegaron las causas resonantes y la exposición. Años después, asegura que camina tranquilo por la calle y explica que “muchas veces el cliente me pedía que vaya a la televisión”. “Al cliente no le sirve de nada ganar el juicio y después no poder caminar por la calle”, explica. Sin embargo, hoy dice –muy convencido- que “es preferible” que las causas no tengan repercusión en los medios. Pese a ello, admite, que le hubiera gustado trabajar con un asesor de medios. La situación para los jueces es distinta, aunque para Cúneo Libarona, no es bueno que estén en los medios. “Cada vez que vi un juez que empezó hablando en la televisión, dije ese juez termina mal y la historia me dio la razón”, reflexiona. Entre anécdotas y frases memorables, Cúneo Libarona opina de la realidad. En ese marco, suelta elogios para el sistema de nombramientos a través del Consejo y para los miembros de la Corte Suprema., Además, pide que se actualice el Código Penal.
Diariojudicial.com: En el año 1989 dejó la Justicia luego de varios años de carrera. ¿Cuál fue el motivo de esa decisión?
Cúneo Libarona: Decidí dedicarme a la profesión. Los primeros dos años extrañé muchísimo Tribunales, pero después cuando vos asumís compromisos en la abogacía, con clientes, es muy difícil decirle “bueno, discúlpeme pero me voy a ir a Tribunales”. Varios años después tuve propuestas para volver, me hubiese gustado dar un concurso, pero ya me era imposible dejar todo un aparato en funcionamiento como es un estudio jurídico.
¿Pero el motivo central, entonces, fue el económico?
Sí, tuvo mucho que ver, pero también que no veía ascensos, yo no veía posibilidades de ascensos, estaba casado, venía mi hijo más chico. Todo venia muy difícil, era todo a dedo. Yo no tenia ningún apoyo político, nunca fui político ni nada por el estilo...
¿Le gusta más el sistema actual, con un Consejo de la Magistratura?
Creo que es mejor, es ineficiente en cuanto a sus tiempos, pero es mucho mejor en cuanto a que los nombramientos son mucho más rápidos o más eficientes. Yo veo que todos los chicos estudian, veo muy buenos jueces, veo muy buenos camaristas, gente con antecedentes, con puntaje, ya no es tan a dedo como era en mi época. En mi época los primeros diez cargos que tuvo el gobierno de Menem fueron toda gente de afuera de Tribunales, y yo estaba ya desde hace 8 años, creo que tenía derecho a ascender, y se olvidaron completamente.
¿Es más justo ahora?
Es mucho más justo ahora. A mi me encantaría dar exámenes, yo di exámenes toda mi vida, di examen en la facultad, di examen para mi cargo de secretario, cuando yo concursé éramos 160 y salí séptimo. Es decir, es mucho más importante, te da muchas más facilidades y se corta mucho el amiguismo.
¿Cómo piensa que se ve desde adentro de la Justicia a alguien que se va?
Yo entiendo mucho al que está en Tribunales y entiendo mucho al que se va de Tribunales. Mi papá era fiscal y yo me acuerdo de esas comidas al mediodía en su oficina. Yo salía del colegio y me iba a almorzar ahí. A papá le costó sudor y lágrimas irse de Tribunales... y se tuvo que ir. Tribunales es una novia muy ingrata. Mis mejores épocas y las más divertidas de mi vida fueron en Tribunales. Hoy yo estaría feliz, con dos buenos amigos, de integrar un tribunal oral, pero al mismo tiempo te da muchas insatisfacciones. Además, desde el año 1980 hasta hoy la Justicia ha cambiado muchísimo. En mi época, no podías entrar al despacho del Juez sin saco y si ibas con el pelo largo, el juez te mandaba a cortar el pelo...
Bueno, pero algunas cosas siguen igual. Los meritorios siguen estando...
(Risas) No en eso no cambió, eso es exactamente igual, pero en las formas está cambiando muchísimo, en el respeto, en el trato profesional. No había tanta influencia de la política en los jueces, no había tanta influencia de cuestiones raras en los jueces, era mucho más transparente antes. Si vos te fijas la camada anterior al año 80, la de los 60, los jueces de la Cámara del Crimen eran todos profesores titulares de cátedras, con un nivel académico impresionante. Esos eran los jueces de los años 60´. Vos lees plenarios de esa época como el que hay sobre violencia en materia de robos y los jueces que lo integraban eran un lujo.
¿Y actualmente, los jueces son muy sensibles a la presión mediática?
Hay de todo... Yo creo que todos los jueces leen los diarios. Hay un juez que me comentó una vez que subió a un ascensor y una vecina le dijo “usted tiene que condenar a este”. Sin embargo, pese a los clamores de su vecina y de su esposa, falló conforme su convicción y absolvió a una persona que todo el mundo odiaba. Creo que nuestros jueces son buenísimos, pero hay de todo, hay jueces que tienen más preocupación a los diarios. A veces dejar en libertad un chico que atropelló a otro cuesta, cuando toda la sociedad -que está confundida- cree que dejándolo preso se cumplen los mandatos de la ley o se hace justicia. Creo que el periodismo no ayuda, porque confunde las leyes. La gente cree que la prisión es justicia, cuando la verdad pasa por otro tema. Pero te aseguro que no obstante las deficiencias que tiene Tribunales, yo creo que nuestros jueces son muy buenos. Y mirá que a mí me tocó, litigar en casi todos los países de Latinoamérica, en Francia, en España, y en Estados Unidos, que es la peor justicia que he visto...
¿Por qué es la peor?
Porque el fiscal, que gobierna la acción, ejerce con una arbitrariedad el poder de la pretensión punitiva, que te lleva a un arreglo sí o sí a través de la condena para no llegar a juicio. Por eso es que el 98% de los procesos se terminan antes del juicio y solo un 2% llegan a tribunal oral, con jurados y demás...
¿Eso no es bueno en teoría
No, no, porque es coactivo, “si usted no me firma esto, yo le voy a pedir en la condena mucho más”... Entonces te da miedo que el fiscal te diga eso. Te doy otro ejemplo que me ha pasado. “Si usted me da datos y me involucra a otras personas, yo lo absuelvo del delito”. Las penas son terribles y los lugares de encierro ni te digo: vos vivís en la Florida y te pueden encerrar en Nebraska.
Hace poco estuvo en Chile, ¿cómo vio el sistema de ellos, que es tan elogiado?
Chile es bueno, me gustó. Son absolutamente respetuosos y lo he vivido en casos de extradición donde ingresan al fondo del análisis del caso, no solamente la forma como hacemos acá en la Argentina. Justicia incorruptible. Jueces de poca prensa. Al juez de Pinochet, por ejemplo, recién se lo conoció públicamente una vez que renunció a la función, no es un juez que ande por los diarios. Justicia muy seria. Policía muy eficaz, casi incorruptible. Chile es una especie de isla en lo que es Latinoamérica.
¿Y el Código Penal nuestro como lo ve?
Definitivamente hay que actualizarlo, hay que achicarlo mucho. Yo creo que hay que reducirlo en el número de delitos. Nuestra tendencia es absolutamente expansiva. Y es lo contrario: cuantas menos figuras tengamos mejor, y mandar las otras inconductas al derecho civil, al derecho comercial. No puedo creer que a esta altura de la vida exista el delito de cheque sin fondo. Las calumnias e injurias se pueden trasladar perfectamente al ámbito civil y reducir el derecho penal para los delitos graves. Principio de oportunidad, principio de insignificancia... podrían hacer un montón de cosas.
¿Pudo ver el proyecto de reforma que finalmente se cajoneó?
No estaba mal, estaba bastante bien la reforma (se ríe en forma irónica). A mí me pidieron opinión, porque soy profesor titular en la Universidad de La Matanza, y empecé a hacer el dictamen, pero la mataron antes de que naciera a la reforma esa. Tenía algunas cosas que eran fuertes: la responsabilidad de la persona jurídica, un tema de la eutanasia, un tema del aborto, venía demasiado avanzado en materia de política criminal. Yo creo que el derecho penal como dice Roxin es política criminal, pero acá era en cuestiones que son muy fuertes para una sociedad tradicional argentina. Al menos en la forma...
Nunca quedó muy claro lo qué pasó con esa reforma...
Yo creo que tuvo mucho que ver el efecto Blumberg, la gente pedía otra cosa que era contraria al espíritu de esta reforma. Jurídicamente esta reforma era buena, pero no era lo que la gente quería en ese momento. La gente quiere cárcel, prisión, sangre. Lamentablemente ese no es el dogma de un derecho penal de un mundo civilizado.
¿Y eso incide en el ejercicio de la profesión?
No. Vos tenés que luchar con lo que tenés. Estamos hablando de dos campos distintos, uno es el campo teórico y otro es el campo práctico. Hay una frase que es buenísima, el práctico es una pesadilla y el teórico es una calamidad, porque realmente si sos muy práctico te está faltando una pata muy importante, pero si sos un gran teórico también te falta una pata. Son como dos ámbitos distintos, una cosa es la teoría, lo que uno ve en la facultad, y otra la práctica. El gran problema de nuestro sistema universitario está dado justo en eso, en que te falta práctica.
¿Y como evalúa el proceso de transformación de la Corte Suprema que emprendió este gobierno?
A mi me encanta. Los representantes de derecho penal son buenísimos, se han hecho cosas buenísimas: declarar la inconstitucionalidad de muchas leyes, el tema de la reclusión por tiempo indeterminado en el articulo 50, el tema carcelario a partir de Verbitsky, el tema de la doble instancia con Casal, el tema del fallo Llerena, el tema del fallo Gramajo... la Corte esta es buenísima y va a seguir haciendo cosas...
Volviendo a su carrera, ¿usted es consciente que su imagen se alejó mucho del mejor promedio que obtuvo en la Facultad al momento de recibirse?
Sí, lo tengo claro. Yo creo que hay un gran problema que es confundir al abogado con el caso. ¿Si yo defiendo al malo, soy malo? Yo no soy juez de nadie. A mi lo que me corresponde es ejercer el derecho de defensa de la mejor manera posible. A mi me tocó intervenir en casos muy difíciles, tuve que hacer denuncias contra jueces federales, contra gente que públicamente no era muy querida, y a la larga me dieron la razón en muchos casos. Yo no se quien se anima a firmar denuncias contra los jueces, yo me animo. Si yo veo que hay un juez corrupto lo voy a denunciar, no tengo ningún temor en hacerlo obviamente que no me agrada, pero eso te crea enemistad, te crea roces, es muy difícil...
¿Y ahora está intentando dejar esa etapa atrás?
A partir del año 97 quise dar una vuelta de tuerca a mi vida, con gran consejo familiar. Ya prácticamente rechazo las notas, te diría que no doy notas. En su momento tuve un programa de televisión que era absolutamente académico, de temas de derecho, eso me divierte.... se trataron temas buenos y fueron 40 programas buenísimos.
¿Cuál era el motivo central para alejarse de los medios?
Yo quería vivir más tranquilo y trabajar más tranquilo. Y dedicarme más a estudiar. Tuve invitaciones para ir a la Universidad de Barcelona seis meses, pero no pude ir por la familia.
¿Y los grandes estudios qué influencia tienen en la Justicia?
Yo creo que hay mucha ficción en eso. Hay buenos abogados que convencen con escritos, con estrategias... Yo no creo que por elegir al abogado se gane el caso con determinado juez. Vos tenés un fiscal, tenés un juez, tenés una Cámara, tenés que ser un buen abogado y trabajar técnicamente en el asunto. Podrás ser amigo del fiscal, pero no podes ser amigo de todos. Yo creo que la gran defensa pasa por el expediente.
Supongo que durante estos años habrá ido modificando los criterios para tomar un caso. ¿Por dónde pasa actualmente?
Sí, totalmente. Hay muchísimos asuntos que nunca tomamos: delitos actuales, grandes temas de narcotráfico....
¿Por qué?
Por que nunca nos resultaron del todo agradables. Y al día de hoy con mas razón. Cuando sos más joven, tenés más necesidad de trabajo, entonces a veces no podes seleccionar. Cuando pasa el tiempo y ya tenés trabajo, tenés como darle de comer a tu familia, realmente podes decir “este asunto no lo tomo”. Yo he llegado a decir “no tengo tiempo para tomar este asunto” y recomendar otro abogado.
Usted ha tenido muchos clientes poderosos. ¿Los poderosos pueden influir en la línea defensiva o se pueden manejar?
Todos los clientes, desde el más chico hasta el más poderoso, te quieren marcar algo. A veces es coherente y a veces por más que sean muy poderosos, si te dice algo que no es conducente se lo rechaza. Sí, claro, es mucho más difícil decirle no a un tipo muy poderoso que decirle que no a uno que no lo es, pero en general lo aceptan. Nunca nadie me impuso nada.
Teniendo en cuenta su experiencia mediática, ¿cuando conviene llevar un caso a los medios y cuando no? ¿Hay parámetros para eso?
Sí, yo preferiría que las causas nunca salgan en los medios. A mi me gustaría que se trabaje pura y exclusivamente en el expediente, pero a veces ya están en los medios. Son dos juicios. Y cuando tenés eso lamentablemente tenés que dar batalla en la prensa, porque al cliente no le sirve de nada ganar el juicio y después no poder caminar por la calle porque perdió con la opinión pública.
¿Usted tiene miedo que le pueda pasar lo mismo?
Yo camino sin problemas por la calle. Por suerte nunca tuve disgustos con mis hijos o que te griten algo. Eso no me pasó nunca. Pero vos te podes encontrar mil distintas imágenes. Ya pasaron 10 años de todo eso y hay mucha gente que ya no se acuerda, aunque hay otra gente que no entiende que haya ido a defender un caso a la televisión. A veces yo tenía que ir porque el cliente me pedía por favor que vaya a la televisión, entonces es muy difícil.
¿Qué perfil de abogado le gusta más?
Yo siempre pensaba que el perfil de abogado es el técnico, que está en su escritorio, escribe y presenta escritos. Pero en la Argentina actual cambió bastante. Necesitas mucho ir a Tribunales, estar encima de los expedientes, si hay algún tema de juicio paralelo de alguna manera encontrarle la solución al respecto. Yo siempre soñé con un estudio que tenía un psicólogo, un especialista en medios y un contador. Porque viene el cliente con mucha angustia, y ahí es donde el psicólogo lo puede ayudar, lo puede contener. El especialista en medios le puede decir “hable, o no hable, hable en este medio, no hable en el otro, digan esto”. Y el contador en los temas económicos para analizar el caso desde el primer día.
¿Usted tuvo alguna vez un especialista en medios?
No, nunca, lo que fue un error. Si yo tuviese treinta años y tuviese que empezar de nuevo y tuviese la posibilidad de hacerlo, me encantaría sentarme en más de un asunto con un psicólogo, un especialista en medios y un contador para que asesore al cliente.
Y esta figura, ¿sería buena para los jueces?
Los jueces no tienen que hablar nunca, tienen que dar la sentencia y punto. Cada vez que vi un juez que empezó hablando en la televisión, dije ese juez termina mal. Y la historia me da la razón. El juez tiene que hablar en su sentencia.
¿Cuando la causa es mediática cómo se maneja el tema del secreto profesional?
Mirá, cuando la cuestión es pública, deja de ser secreto. Como decía un estudiante, si lo sabemos más de dos, tratemos de que no pase de Sudamérica (risas). A mi lo que me daba mucho fastidio, en más de un caso, es enterarme de cosas que no tenia acceso al expediente a través de los medios, o de jueces que les informaban cosas a los medios antes de ir las partes. Eso sigue pasando y me parece un horror y además es horrible para el cliente. El secreto profesional es un tema extraordinario que acá no se le ha prestado la atención que merece. Y que a veces inclusive los tribunales lo ejercen mal.