Aragone asumió como defensor oficial ante el Tribunal Oral Federal de Jujuy, en el que deja su cargo de juez. Aragone es magistrado del TOF de Jujuy en calidad de subrogante desde agosto del año pasado, donde fue designado por la Cámara Nacional de Casación Penal, y al mismo tiempo es titular en el TOF de La Rioja desde octubre de 2004.
Pero su carrera judicial la comenzó como defensor oficial ante el Juzgado Federal de Salta de 1986 a 1989. Para luego empezar como juez: de 1992 a 1993 fue magistrado penal Nº 1 de la ciudad de Río Gallegos, en Santa Cruz; y de 1994 a 2004 fue juez de instrucción de Tierra del Fuego. Y además fue tres años abogado.
“Soy porteño pero mi corazón es provinciano”, se define Aragone tras pasar por cargos judiciales en varias provincias.
La máxima de la carrera judicial indica que el objetivo es llegar a ser juez y retirarse con ese cargo. Pero a los 54 años Aragone fue la excepción que confirmó la regla y cumplió su promesa de retirarse como defensor oficial. “Es un cargo en el que me siento muy feliz”, dice.
“Desde 1994, con la nueva Constitución Nacional, cada sujeto procesal, juez, fiscal, defensor, son equivalentes con funciones distintas pero sujetos equivalentes. Las remuneraciones y las jerarquías son iguales para administrar justicia”, explica el nuevo defensor.
Aragone señala diferencias entre el cargo que deja y en el que asume. “La aproximación a la administración de justicia es totalmente distinta. Cada lugar me dio una observación distinta”, afirma y destaca que como rol central del magistrado es el de “poner equilibrio”. Y a partir de la experiencia como camaristas sostiene que vuelve “a la defensoría más enriquecido”.
Por otra parta, destaca que en “la Argentina es el tiempo de la defensa”. “La opinión pública está siendo distorsionada muchas veces por los medios que no tienen la información necesaria. Muchas veces el detenido en un caso ya es culpable. El sistema procesal tiene tensiones y muchas veces se han roto y han llevado a que la mirada persecutoria supere el equilibrio que tienen que dar las garantías”, explica.
Tras haber sido juez y volver a la defensoría, Aragone rechaza ser fiscal. “No me gusta la función del fiscal”, dice.
Aragone ratifica lo que le dicen sus amigos y colegas de que ahora va a tener más trabajo. Conoce la defensoría porque viene de ser juez de su TOF. Actualmente hay 170 condenados y 50 procesados a cargo de la defensoría. A eso se suman las tres o cuatro audiencias semanales en juicios y la llegada al TOF de los juicios por delitos de lesa humanidad.
“El defensor es la posición mas débil del proceso porque el imputado tiene la posición más débil”, dice Aragone tras conocer su ex y nuevo cargo.