El ex jefe de un centro de detención, Kaing Guek Eav alias “Duch”, fue sentenciado este lunes a 35 años de prisión luego de que un Tribunal Internacional, apoyado por la ONU, lo declarara culpable de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, en Phnom Penh, Camboya.
Un Tribunal de Crímenes de Guerra administrado por la ONU sentenció este lunes a un ex jefe represor del Jmer Rojo a 35 años de prisión, en el primer veredicto que involucra a un dirigente del régimen genocida que destruyó una generación del pueblo de Camboya.
Kaing Guek Eav, también conocido como Duch, escuchó sin inmutarse cuando el juez principal leyó el veredicto que lo declaró culpable de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra.
El procesado cumplirá sólo 19 años de la sentencia, debido a que el juez Nil Nonn dijo que el tribunal le recortó los 11 años que ha pasado en detención y otros cinco por su confinamiento ilegal en un tribunal militar. El ex verdugo podría haber sido condenado a cadena perpetua.
Duch, de 67 años, afrontaba prisión perpetua y muchas de sus víctimas y parientes de éstas expresaron su disgusto de que la sentencia no fuera más severa, incluso varias lloraron.
Alrededor de dos millones de camboyanos, es decir, una cuarta parte de la población, murieron antes de que los jemeres rojos perdieran el poder con la invasión vietnamita de enero de 1979.
"El papel del acusado en tanto que jefe indiscutible de la prisión S-21 ha sido reconocido por este último, y confirmado por las declaraciones de los testigos y de las partes civiles", declaró el juez Nil Nonn, al leer el veredicto. "Cada persona detenida en la S-21 era condenada a la ejecución, en conformidad con la línea del partido comunista de Kampuchea, consistente en aplastar a todos los enemigos", añadió.
Durante los 77 días de su juicio, Duch admitió que dirigió el Toul Sleng, un centro de detención clandestino para los “peores enemigos" del estado. Al menos 16 mil personas ingresaron en el lugar y luego fueron asesinadas.
A fin de sacarles confesiones, los prisioneros fueron sometidos a diversas torturas, como arrancarles las uñas de los dedos de los pies, aplicarles descargas eléctricas y sumergirlos en pozos con agua.
"Rechazo la sentencia", dijo la señora Saodi Ouch a medios locales. Ouch, de 46 años, no podía casi hablar por el llanto. "Mi familia, mi hermana mayor y mi hermano mayor murieron. Sólo quedo yo".
Alrededor de 1.700.000 camboyanos murieron de hambre, falta de atención médica, trabajo casi esclavo y ejecuciones durante el régimen maoísta que de 1975 a 1979 intentó convertir al país en una utopia agraria. Los cadáveres fueron sepultados en fosas colectivas de poca profundidad en diversas zonas del país.
Con esta sentencia, culmina el primer proceso conducido por el tribunal auspiciado por la ONU, creado en 2003 después de interminables transacciones entre Camboya y la comunidad internacional y que sólo comenzó sus actividades tres años más tarde.
Varios dirigentes de los jemeres rojos esperan ser juzgados, entre ellos el ´hermano número 2´ del antiguo régimen comunista, Nuon Chea, en principio en 2011. El ´hermano número 1´, Pol Pot, falleció en 1998.