Superando sanamente aquello de que “los jueces sólo hablan por sus sentencias”, el Centro de Información Judicial propuso un libro: “Justicia argentina online. La mirada de los jueces”.
La obra tiene dos versiones, la tradicional en papel, que la directora del CIJ, María Bourdín me hizo llegar gentilmente; y la versión on line que está a disposición de todo el que la quiera bajar, leer o comentar.
El libro es una iniciativa valiosa justamente porque permite que los jueces, cuyo trabajo cotidiano es pensar y decidir sobre lo que hacen los otros, hablen esta vez sobre su propia práctica. Y esto no es poco. Es tranquilizador ver cómo los magistrados hacen el esfuerzo de mirarse e interpretarse a sí mismos, y reflexionan además de cómo logran comunicar a los medios y a la población en general sus decisiones.
El trabajo recorre las opiniones de diez magistrados: Elena Highton de Nolasco, Ángela Ledesma, Marcos Grabivker, Claudio Bonadío, Julián Ercolini, Ariel Lijo, Sergio Torres, Rafael Gutiérrez, Abel Fleming y Luis María Cabral, que con aciertos y obviedades hacen especial hincapié en la relación del Poder Judicial con los medios de comunicación y en particular con el CIJ.
Hay artículos disímiles. Desde aquellos que se hicieron “de compromiso” sólo para cumplir, hasta los más interesantes que muestran una mirada perspicaz sobre el tema, evaluando aciertos, errores y desafíos.
Entre los autores hay amplia mayoría de jueces federales (Ercolini, Bonadío, Lijo y Torres), tres magistrados con cargos de relevancia corporativa: Luis María Cabral, presidente de la Asociación de Magistrdos de la Justicia Nacional; Abel Fleming, presidente de la Federación Argentina de la Magistratura y Rafael Gutérrez, presidente de la Junta Federal de Cortes, pocas mujeres: Elena Higton y Ángela Ledesma y escasos representantes del interior: Gutiérrez que es presidente del Superior Tribunal de Santa Fe y Fleming que se desempeña como camarista en lo Criminal en Salta.
¿Por qué participaron estos y no otros jueces? ¿Por qué hay 4 del fuero Federal y ninguno del fuero Comercial? Este recorte y esta selección marca un paralelismo con uno de los más grandes desafíos que afronta el Centro de Información Judicial.
El recorte, la selección es algo propio de la actividad periodística. Qué entra y qué no entra, qué va primero, qué va después, qué va con foto, qué va sin foto, cómo se presenta una determinada información. ¿Quién decide qué se publica y con qué título?
El periodismo, porque es humano, no es inocente en ningún sentido.
¿El CIJ es periodismo, a la par de los demás medios tanto privados como estatales o se trata de una página institucional? En realidad parece tratarse de un híbrido
Hay dos formas en cómo una información llega a las páginas del CIJ:
- Los jueces entienden que un fallo o una decisión tomada son dignas de ser comunicadas, y remite el material al CIJ.
- El CIJ se entera de la existencia de algún fallo interesante, y se lo solicita al juez a los efectos de su publicación.
Ambas formas se superponen y generan una especie de política editorial “semi-aleatoria” donde, no todos los fallos dignos de ser publicados aparecen en el CIJ, o donde muchos fallos que no son realmente trascendentes aparecen porque el juez o el tribunal en cuestión entendió que se trataba de temas de relevancia, cuando en realidad no lo eran.
Quizá un análisis interesante y complementario a este sea qué fallos quedan ocultos en la sombra de una publicación. ¿Aquellos que el juez no está orgulloso de mostrar? ¿Aquellos que erróneamente entiende como poco relevantes? ¿Aquellos que el CIJ no pidió porque sencillamente no sabía que existían?
Por otro lado hay cierta mirada institucional errónea que piensa al CIJ, más que como una herramienta valiosa al servicio tanto del público en general como del periodismo, que como un simple competidor. Estos equivocados, que ocupan varias oficinas dentro del propio Poder Judicial, creen que el CIJ debe luchar por primicias y exclusivas, debe reemplazar a las agencias informativas, debe ocluir a los demás medios.
Mal instruyen a los jueces: “el fallo hay que mandarlo primero al CIJ”, cuerpean a los reporteros gráficos: “primero entra el fotógrafo del CIJ y después ustedes”, discriminan a algunos medios a favor de otros: “a la reunión con Lorenzetti solamente entran las agencias de noticias, los medios digitales no, porque para digital existe el CIJ”. ¡Qué contradicción!
En el pasado mes de junio nació la Ley 26.685 que ordena la informatización de todos los expedientes judiciales. Creo que llegó el momento de que todos los fallos, ordenados por fecha y por fuero y con un potente buscador que permita seleccionarlos, estén on line para que cualquiera, profesionales y legos, los puedan consultar.
Ese sería un gran paso en el derrotero que trazó la nueva Corte desde que se conformó. De paso blanquearía una de las asimetrías más inexplicables que tiene al Poder Judicial como generador de información. Desde hace muchos años este poder del Estado destina cientos de miles de pesos para comprar las colecciones de fallos que son producidos por sus propios integrantes.
En el mismo y auspicioso sentido, el CIJ anunció hace pocos días que se implementará la televisación de las audiencias orales y públicas, colocando cámaras en las salas de audiencia. De concretarse esta iniciativa, la expresión “oral y públco” realmente cumpliría con creces el objetivo del legislador.
Los antecedentes, sin embargo, no son halagüeños. En el pasado muchos tribunales orales vedaron la posibilidad de ingreso de cámaras a los juicios que llevaban adelante. Otra razón importante que podría explicar cierta resistencia interna a esta iniciativa, es las pocas horas semanales que le dedican a los juicios ciertos tribunales orales.
Con el CIJ los jueces salieron a mostrarse un poco más, o bien porque que creen que se trata de una misión institucional, o porque se sienten más seguros y confiados con un medio que sienten propio.
Esta última hipótesis encierra, en cierto sentido, cierta desconfianza para con el periodismo tradicional acusado, en varios de los artículos del libro, de parcial o ignorante.
Dejando de lado tensiones obvias entre publicadores y publicandos, rociados de orgullos, vanidades y algunos intereses, lo cierto es que quienes tienen alguna responsabilidad desde la función pública, tienen la obligación de mostrar lo que hacen. Y para muestra, no basta un botón: hay que mostrar todo.
Estimado colega periodista: si va a utilizar parte esta nota o del fallo adjunto como "inspiración" para su producción, por favor cítenos como fuente incluyendo el link activo a http://www.diariojudicial.com. Si se trata de una nota firmada, no omita el nombre del autor. Muchas gracias.