Ya nadie confía en el Poder Judicial. Haga lo que haga un juez o un fiscal seguramente será criticado, confrontado y hasta denunciado. Todo depende del cristal con que se mire y de la posición política del interesado.
La primera vez que escuché la frase “teatro de operaciones” fue durante la Guerra de las Malvinas. Yo era chica y tardé un poco en darme cuenta de qué se trataba. Era terminología militar: “dícese un área geográfica específica en la cual se desarrolla un conflicto armado” explica cualquier diccionario.
Hoy, y hace ya varios años y en los albores del Siglo XXI no puedo dejar de pensar que el vapuleado Poder Judicial actual no tiene nada que envidiarle a Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, de aquel nefasto año 1982.
Quién puede estar conforme con la defenestrada Justicia modelo primavera-verano 2018/2019. Si lo tomaron, como mínimo, de campo de batalla para lo más roñoso de la trinchera política.
Oficialistas y opositores, no importa quienes sean los unos y los otros, de este Gobierno, del anterior, de los futuros y de los que todavía no sabemos que vendrán, se regodean.
Saben que la Justicia es una puta vieja y experimentada. Se la usa pero después se la critica. Ya está demasiado baqueteada la pobre. Conserva un aire lejano de la belleza que fue, pero a plena luz del día es imposible no verle las arrugas, las flaccideces y las canas.
La gran mayoría de las causas judiciales que tienen su reflejo en los diarios de circulación masiva, en los blogs y en las redes sociales, pueden ser vistas, por el bando indicado, como verdades irrefutables u operaciones políticas. Basta pasar un domingo lluvioso leyendo Twitter para vivir a full estos estas contradicciones.
Los abogados y los periodistas se hacen eco de estas interpretaciones. Dependiendo quien sea el autor o el medio en el que aparece una noticia judicial, las pruebas pueden ser irrefutables o una burda operación del bando contrario.
La Justicia es una puta vieja y experimentada. Se la usa pero después se la critica. Ya está demasiado baqueteada la pobre. Conserva un aire lejano de la belleza que fue, pero a plena luz del día es imposible no verle las arrugas, las flaccideces y las canas..
“Teatro de operaciones” no es solamente una frase bélica. Si tomamos las palabras por separado, el sentido también sirve.
“Teatro”: en una de sus tantas acepciones podemos leer: “actitud fingida o exagerada” y nos ayuda con un ejemplo: “no te la creas, es puro teatro”.
¿Y “operaciones”?, esta también vale en este caluroso 2019. Una “operación” en el habla coloquial actual, no es solamente una práctica médica invasiva. También se refiere a un armado non sancto con olor a servicios de inteligencia.
Sea cual sea el fallo, la medida judicial o el veredicto siempre van a haber grandes sectores de la población que van a pensar que todo es mentira. Siempre habrá algo que reclamar, algo para sospechar, o algo para enojarse.
La causa Amia, la de los cuadernos, las extorsiones de D´Alessio, Hotesur entre tantas otras están mal o bien investigadas dependiendo de la posición política de quien esté opinando sobre el tema.
Jueces, fiscales, defensores y abogados. El que no es corrupto, es coimero, es carancho o si no, como mínimo, es inútil, o lento, o blando, o duro. O todo eso junto. Es de Justicia Legítima y kirchnerista hasta la médula o fue cooptado por el Macrismo y responde a tenebrosos intereses imperialistas. Cristina podría ser la jefa de una asociación ilícita o una perseguida política, todo depende del que esté contando o escuchando.
Cada tanto se hacen encuestas que muestran que la gente tiene una imagen muy negativa del Poder Judicial. No debería sorprendernos un resultado así, porque desde hace mucho la Justicia, gracias a la política, se ha transformado en un desprolijo teatro de operaciones.