Carlos Rosenkrantz brindó el discurso de apertura del año judicial con ese diagnóstico. Consideró que los argetinos estaban perdiendo la confianza en los magistrados porque “hay dudas de que nos comportemos como verdaderos jueces de una democracia republicana”. Pidio transitrar un camino de “regeneración”
En lo que fue el primer discurso de apertura del año judicial de la era post Lorenzetti, el presidente de la Corte Suporema de Justicia, Carlos Rosenkrantz, realizó una suerte de autocrítica del Estado del Poder Judicial, reconociendo que afronta “una crisis de legitimidad” y pidió un camino de “regeneración” para recuperar la confianza de la ciudadano.
Ante un auditorio en el que estuvieron presentes integrantes de las Cámaras Nacionales y Federales de la Capital Federal, y de Tribunales Federales del interior del país, Rosenkrantz, designado titular de la Corte en septiembre pasado, aseguró que “La justicia argentina está frente a un gran desafío institucional que consiste en superar la crisis de legitimidad que nos afecta”
La crisis de legitimidad, como dije, es en parte una crisis de confianza y la desconfianza creciente de nuestros ciudadanos en el Poder Judicial ha nacido en parte porque existe la sospecha de que servimos a intereses diferentes al derecho.
Para atravesar ese camino de regeneración – agregó- apuntó a dos cuestiones, la de entender que pertenecer al Poder Judicial “no es un privilegio” - “Ser jueces o funcionarios del Poder Judicial no nos confiere derechos sino que, por el contrario, nos impone deberes y responsabilidades” - y que que “para servir a nuestra comunidad como jueces no debemos buscar el poder”.
Ante la atenta mirada de los demás ministros, Rosenkrantz apuntó que, para recuperar la legitimidad, había que hacer hincapié en el cumplimiento de las reglas y procedimientos dispuestos por la Constituciones. “Debemos convertirnos en una institución íntegramente sujeta a procedimientos reglados en base a los cuales sea posible evaluarnos con objetividad. La magistratura es un trabajo del que depende la libertad y el patrimonio de nuestros conciudadanos y, por esa razón, debe estar sujeta a reglas de evaluación clara”, ensayó.
También aprovechó para destacar la política de gobierno abierto que viene haciendo la Corte, en particular la implementación de la digitalización de los expedientes. Al respecto, se alegró de que ese proceso facilitara la creación de una base de datos que “contiene información empírica objetiva que, correctamente analizada, permite que seamos evaluados”.
En esa línea – adelantó- el Máximo Tribunal impulso hace unos meses la creación de un software para analizar los datos Un big data supremo: “Examina el flujo de causas, el tiempo que demora su tramitación, el promedio de causas sentenciadas y discrimina las razones que la Corte emplea para resolver”, explicó.
El otro punto a destacar fue la implementación de la “agenda de casos”, y la resolución que dispone elaborar un proyecto de reglamento de compras y contrataciones para reemplazar el sistema vigente, que data de 1972.
Con estos ejemplos, Rosenkrantz intentó significar lo que a su criterio tiene que ser la tarea de los jueces para recuperar la confianza de la ciudadanía: procedimientos abiertos, transparencia y cumplimiento de las normas. Nada relacionado con las cuestiones del Poder
“Es indispensable hacer lo que se necesita para tener un Poder Judicial sujeto a procedimientos reglados que constituyan estándares de evaluación objetiva de nuestra acción.”, destacó el presidente del Máximo Tribunal
No obstante, consignó lo que a su criterio es la mayor razón de la desconfianza de los ciudadanos en los jueces: que creen que sirven a distintos intereses, salvo al de la Justicia. “La crisis de legitimidad, como dije, es en parte una crisis de confianza y la desconfianza creciente de nuestros ciudadanos en el Poder Judicial ha nacido en parte porque existe la sospecha de que servimos a intereses diferentes al derecho. Debemos mostrar que no es el caso”, afirmó.
En definitiva, para Rosenkrantz, el primer paso es mostrar “que no servimos a otros intereses y que solo somos respetuosos de la Constitución y las leyes”.