Casación prohibió el ingreso de nuevos internos en el Complejo Penitenciario Federal II por la superpoblación que afronta. Los jueces describieron a la unidad como un “depósito humano".
La Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal confirmó una medida cautelar de no innovar en el marco de un hábeas corpus colectivo y correctivo impulsado por la Comisión de Cárceles de la Defensoría General de la Nación (DGN) en noviembre de 2018 y prohibió el ingreso de nuevas personas a la cárcel de Marcos Paz.
La causa se originó a raíz de los llamados telefónicos de personas alojadas en el lugar que informaron sobre el agregado de camas cuchetas en celdas individuales y se habilitaban plazas para alojar detenidos en los espacios comunes destinados a otros usos como gimnasio y recreación.
Para los miembros del Tribunal, el lugar funciona hoy como “’depósito humano’ o incluso ‘vertedero’, "que se gestiona con una lógica de población enemiga".
Los jueces del Tribunal señalaron que se observó en el lugar “una dinámica de gran encierro en donde más de la mitad de los presos no están condenados sino en prisión preventiva”.
En ese sentido, los magistrados sostuvieron que la ley vigente “convierten a las cárceles federales en un ámbito incapaz de favorecer procesos de reinserción y de garantizar, en consecuencia, la seguridad de todos los ciudadanos”.
Los camaristas esaltaron que la situación actual de la cárcel contradice la regla 12 de las Reglas Mandela, que estipula que "cuando los dormitorios sean celdas o cuartos individuales, cada uno de estos será ocupado por un solo recluso”. Además, se viola el derecho a la integridad personal y obstaculiza el normal desempeño de las funciones esenciales en los centros penitenciarios
Según indica el fallo, la prohibición regirá hasta tanto una pericia establezca el cupo del establecimiento en relación a su capacidad de alojamiento. En consecuencia, el Servicio Penitenciario Federal deberá readecuar de manera urgente la cantidad de personas allí detenidas.
Para los miembros del Tribunal, el lugar funciona hoy como “’depósito humano’ o incluso ‘vertedero’, "que se gestiona con una lógica de población enemiga".