Su uso está tan extendido en la población que ya invadió también los expedientes judiciales. Hay recursos y estrategias para hacer valer este tipo de pruebas en el proceso. También hay que saber cómo cuidarse de los trucos y engaños que también utilizan esta valiosa herramienta.
Lo digital cada vez tiene mayor injerencia en nuestras vidas cotidianas. Casi todas nuestras actividades tienen algún componente digital y entre computadoras y celulares inteligentes, podemos decir que casi un 100 % de nuestra población tiene acceso a este tipo de herramientas.
Esto hace que cualquier actividad humana empiece a dejar rastros digitales de todo tipo lo que enriquece enormemente la fuente de las evidencias que sirvan en cualquier proceso judicial. Así, desde hace algunos años, los Tribunales están empezando, cada vez más, a incorporar este tipo de pruebas.
Por un lado, es muy positivo: hay muchos más datos disponibles que pueden acercarnos a la verdad de los hechos. Hay pruebas que, si no fueran digitales, no existirían. Pero por el otro, debido a que se trata de elementos relativamente nuevos, muchos tribunales no tienen ni la experiencia ni los recursos para distinguir evidencia real de evidencia armada.
Ante los ojos de una persona sin conocimientos técnicos puede parecerle fácil inventar diálogos. Pero si sobre alguno de los equipos que intercambiaron mensajes se realiza una pericia correctamente se determina la existencia, inexistencia o alteración de mensajes.
Hay por ejemplo varias aplicaciones para celulares, como “Fake Chat” o “Whats Fake” que se llama Whatsapp Fake, que sirven para crear conversaciones falsas de Whatsapp. Unas simples impresiones de pantalla de chats falsos creados con estos programas (de acceso gratuito y de fácil uso) puede generar pruebas apócrifas que sirven para hacer una denuncia, iniciar un proceso, lograr medidas preliminares o generar noticias periodísticas.
De más está decir, que este mismo engaño puede hacerse utilizando 2 teléfonos celulares, creando perfiles falsos, con fotos disponibles en internet y mensajes recíprocos.
Muchos jueces y abogados no conocen del tema y pueden caer fácilmente en la trampa ya que, prima facie, distinguir una conversación real de una falsa puede resultar bastante difícil sin el auxilio de peritos informáticos quienes pueden extraer las conversaciones originales de la app, certificarlas y mantener la cadena de custodia.
Hay que tener en cuenta también que la empresa WhatsApp no almacena copias de los mensajes en sus servidores, motivo por el cual los peritos sólo disponen de las copias almacenadas en los teléfonos de las partes involucradas.
Las mentiras tienen patas cortas
Consultada por Diario Judicial, la ingeniera Magalí dos Santos, de amplia experiencia en pericias informáticas explicó: "ante los ojos de una persona sin conocimientos técnicos puede parecerle fácil inventar diálogos. Pero si sobre alguno de los equipos que intercambiaron mensajes se realiza una pericia correctamente se determina la existencia, inexistencia o alteración de mensajes".
Las pericias y los informes de las compañías telefónicas demoran tiempo, pero tarde o temprano, siempre y cuando el tribunal en cuestión recurra a los recursos correctos, la verdad saldrá a la luz. Sin embargo, en muchos casos es tarde: ya se puso en marcha la maquinaria judicial, se dictaron medidas cautelares o se informó mediante medios o redes sociales.
Ojo periodistas
Es muy fácil generar supuestas pruebas de esta forma, para captar el interés. Normalmente, la velocidad de la primicia y las ansias de desenmascarar posibles delitos a través de investigaciones periodísticas, pueden llevarlos a escribir cayendo en este tipo de trampas.
Es una variante de las llamadas “fake news”, donde el periodista, casi siempre de buena fe, tiene acceso a fuentes de este tipo ya que no conoce qué recaudos tomar o no tiene tiempo o recursos para hacerlo debidamente.
Recientemente, un el informe de la Comisión Provincial de la Memoria (CPM), incorporada a la causa que instruye el juez federal de Dolores Alejo Ramos Padilla, llegó a la conclusión de que era este el sistema que utilizaba el falso abogado Marcelo D´Alessio cuando le fabricaba chats falsos al juez Marcelo Aguinsky.
En el caso la CPM descubrió que el engaño incluyó la creación de varios perfiles apócrifos que se hacían pasar por ese juez y eran utilizados para engañar a sus víctimas.
Muchos jueces y abogados no conocen del tema y pueden caer fácilmente en la trampa ya que, prima facie, distinguir una conversación real de una falsa puede resultar bastante difícil sin el auxilio de peritos informáticos.
El peligro de las cadenas falsas
En Bogotá un hombre fue linchado en en la localidad de Ciudad Bolívar por una cadena falsa de WhatsApp que hablaba de un supuesto rapto de un niño en la zona. No bastó que la Policía hubiera asegurado de que no existió tal rapto. Lo mismo sucedió en México donde dos hombres fueron quemados vivos luego de que la comunidad los acusara de ser secuestradores de niños y vendedores de órganos.
Cinco personas fueron asesinadas por la turba en un mercado en Balaghat, India. Fue por un mensaje de WhatsApp que indicaba que hombres disfrazados de mendigos recorrían la zona para matar gente y vender sus órganos. Las víctimas resultaron ser efectivamente mendigos, pero nada tenían que ver con el secuestro de gente ni el tráfico de órganos.
En Ecuador, una pareja fue arrestada por supuestamente haber robado dos teléfonos celulares y 200 dólares. Sin embargo, la gente, alentada por una cadena falsa de Whatsapp, los confundió con secuestradores de niños, aunque no era cierto. Ambos murieron por las heridas recibidas.
Por alguna razón, WhatApp, aunque se trate de información falsa, parece dar cierto viso de certeza. Se trata de dos caras de la misma moneda.
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