20 de Diciembre de 2024
Edición 7117 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 23/12/2024

Pandemia. Dificultades y oportunidades del quehacer judicial

Pensamos que el homework  nos permitiría más tiempo libre. Pero nos atrapa y demanda más esfuerzo y disciplina. Nuevos desafíos e interrogantes sobre la actividad jurisdiccional en épocas de pandemia. 

Por:
*
Jaime
O.
López
Muro
y
Mariela
Panigadi
Por:
*
Jaime
O.
López
Muro
y
Mariela
Panigadi

I.- Desde hace algunos meses, los jueces y funcionarios de la justicia de la Provincia de Buenos Aires, vienen percibiendo que el trabajo parece haberse incrementado. Y las horas dedicadas a hacerlo, también. Es la respuesta de una organización disciplinada, acostumbrada a ver una “pila” de expedientes, cada día, sobre su escritorio, una pila que se renueva permanentemente y que solamente el trabajo ordenado, paciente, regular y constante, mantiene a raya. Aún cuando en muchos ámbitos de la justicia pueda criticarse el aparato burocrático, la lentitud con que avanzan las causas, los formalismos del proceso, los números publicados por la Suprema Corte son claros: la Justicia provincial trabaja con empeño.

            Recientemente la Suprema Corte publicó un estudio que expone, blanco sobre negro, la situación. (El Servicio de la Administración de Justicia en el contexto de la Pandemia, 2º Informe de gestión). En el apartado “Evolución de la actividad” se compara la tarea del cuatrimestre  abril/julio de 2020 con el mismo período del año anterior: en los organismos de primera instancia de todos los fueros en el período abril-julio de 2020 se dictaron 121.008 sentencias y resoluciones registrables. Eso representa el 61% de las dispuestas entre abril y julio de 2019. En otros términos, una caída del 39%. Pero según la misma fuente, en el bimestre junio-julio de 2020 se incrementaron en un 34% los trámites judiciales con relación al bimestre abril-mayo de 2020. Tal tendencia indica para fin de 2020 una cantidad de resoluciones mayor a las que se dictaron en 2019, con una abrumadora concentración de tareas en el último cuatrimestre.

La Secretaría de Planificación de la SCBA informa que en el bimestre abril/mayo de 2020 se iniciaron 64.867 causas, pero en junio/julio la cifra trepó a 126.635: prácticamente el doble. En el fuero penal, desde el 20 de marzo al 20 de junio se contabilizó el inicio de alrededor de 170.000 Investigaciones (IPP).

            En los tribunales de Alzada (incluyendo todos los fueros) la cuestión no es distinta y explica en gran medida la “sensación” de funcionarios y magistrados: se dictaron 33.419 sentencias y resoluciones registrables entre abril y julio de 2020, superando en un 3% las del mismo cuatrimestre en 2019. Pero comparando la evolución dentro del cuatrimestre se observa que en el bimestre junio-julio de 2020 los trámites relevados superaron en un 26% los del bimestre abril-mayo: una verdadera avalancha de expedientes, ahora electrónicos, sobre los puestos de trabajo de los operadores judiciales.

 

El abandono del expediente de papel importa, para muchos, una seria dificultad al momento de analizar problemas en los que la información aparece dispersa.

 

Los números específicos de la Corte constatan que desde el inicio de la emergencia hasta el mes de julio inclusive, la Suprema Corte emitió 2.475 sentencias y resoluciones: un 68,4 % más que en el mismo período de 2019. (informe citado, apartado “Gestión digital”.)

                       

II.- Posibles explicaciones.

El aumento de la cantidad de las gestiones está indicando que los abogados han motorizado más pedidos y reclamos. Es probable que la limitación para realizar otro tipo de actividades, esté acicateando la capacidad de los letrados para dedicar más tiempo al análisis y cuestionamiento de las decisiones judiciales, lo que se facilita por la posibilidad de realizar presentaciones electrónicas en todo horario. Durante los primeros meses de este año, las dificultades para iniciar nueva causas o realizar trámites que exigen presencialidad han suspendido el progreso de los mismos, pero en la medida que los conflictos no se hayan resuelto, ello configura una potencial demanda de actividad que irá volcándose en los juzgados a medida que se encuentren los caminos adecuados.

Probablemente no todos los trabajadores del poder judicial perciban la misma sobrecarga de tareas. Muchos de ellos han visto agilizada su labor porque no necesitan ir a sus oficinas a diario, manipular expedientes, ni ordenarlos en estanterías. Esas y otras gestiones se ejecutan desde un teclado.

Pero quienes tienen a cargo la “elaboración” de los proyectos de resoluciones experimentan que, en los días que corren, para terminar la tarea es necesario destinar más tiempo a la misma, lo que no está vinculado exclusivamente al aumento de la cantidad de causas a resolver sino a otras dificultades accesorias.

Entre ellas pueden señalarse las que dependen del sistema informático, que no parece haber sido concebido para esta modalidad de tareas y día a día se va adecuando a las nuevas exigencias. Se advierte, en los funcionarios, un aprendizaje para utilizar mejor las utilidades del sistema que aún no se conocen suficientemente.

El abandono del expediente de papel importa, para muchos, una seria dificultad al momento de analizar problemas en los que la información aparece dispersa. Cabe señalar, como ejemplo, los casos en que se deben revisar a un mismo tiempo varios documentos digitales que se presentan en diversos formatos (texto, imágenes, etc.), y requieren ser vistos con aplicaciones distintas y que no pueden visualizarse al mismo tiempo, sino mediante un pasaje, a menudo dificultoso, de un escenario informático a otro. Los “cierres de sesión” que ocurren automática y sorpresivamente, por razones de seguridad después de un breve lapso de inactividad, las “caídas” del sistema, los cortes de Internet, etc. atentan contra la concentración intelectual necesaria, agotan la atención y conllevan un cúmulo de tiempos “muertos” que dificultan la tarea.

Es conveniente tomar en cuenta la situación de muchos de los operadores jurídicos que han debido trasladar sus puestos de trabajo a sus hogares, donde no cuentan con la comodidad propia de sus oficinas, carecen de la tecnología y las vías de comunicación apropiadas y en los que se realizan, al mismo tiempo, otro tipo de actividades tales como atender a los hijos, mantenimiento del hogar, etc.  En relación a la “multitarea” que se realiza en estos casos, expertos en neurobiología han analizado con detenimiento el tema, desaconsejando la misma por cuanto produce agotamiento, errores e ineficiencia. Esta “multitarea” no se produce solamente cuando a la actividad jurídica se agregan otras que “dispersan” al trabajador (llamadas telefónicas, mensajes vía “whats app”, email, atención de familiares, etc.) sino también cuando la elaboración de un “proyecto” o resolución implica la necesidad de atender información, sucesiva o alternadamente, de múltiples fuentes informáticas y con el uso de instrumentos diferentes.
 

III.- Buscando soluciones.

El Superior Tribunal en el informe citado señala que “es innegable que un elevado número de magistrados, funcionarios y agentes de los distintos fueros e instancias acudió a diversas fórmulas creativas que permitieron afrontar mejor las dificultades de un entorno de excepción.” Y que “los resultados verificados en términos de producción de actos procesales, exhiben un estado de cosas objetivamente alejado de cualquier idea de inactividad”.

 

 El  “home office”, permite que los miembros de un equipo trabajen en horarios distintos, diversos y dispersos. Por ello, los controles que naturalmente resultan de la actividad presencial quizá deban ser sustituidos por una  planificación de tareas, con asignación de responsabilidades, plazos y objetivos.

 

Cuando el trabajo aumenta, la primera medida que habitualmente tomamos es  dedicarle más tiempo. Ello es admisible ocasionalmente pero  probablemente sea insostenible en el mediano y largo plazo. Frente a la incertidumbre con respecto a la evolución de la pandemia, es prudente prever que la situación actual puede prolongarse o establecerse. En tal supuesto la eventual acumulación de causas “pendientes” y la mayor atención temporal, con el consiguiente desgaste de los recursos humanos, generaría una pérdida progresiva de eficiencia. Sería un círculo “vicioso” del que hay que protegerse.

La alternativa que imaginamos es la de buscar soluciones más sintéticas. Tal vez en la redacción de una resolución no sea necesario un relato detallado de los antecedentes de la causa, bastando con alguna referencia a los que resulten indispensables. Una solución docta y con abundancia de doctrina y jurisprudencia puede elaborarse solamente en casos novedosos En lo inmediato y en algunos aspectos puede seguirse aquella sabia directriz de que “lo mejor es enemigo de lo bueno”.

Cuando se trate de tareas realizadas por un grupo la metodología de trabajo deberá adaptarse a las nuevas circunstancias. El  “home office”, permite que los miembros de un equipo trabajen en horarios distintos, diversos y dispersos. Por ello, los controles que naturalmente resultan de la actividad presencial quizá deban ser sustituidos por una  planificación de tareas, con asignación de responsabilidades, plazos y objetivos. La función de organizar o coordinar los roles resulta fundamental para esta nueva modalidad de trabajo.

La ausencia del “expediente de papel”, que antes pasaba de escritorio en escritorio portando la tarea a realizar, ahora sustituido por el electrónico, requiere generar “circuitos de trabajo digital” y “hojas de ruta” para controlar el avance de cada trámite, para evitar que éste quede demorado o perdido en algún recóndito y oculto sitio virtual.

Un camino que ciertamente hemos de transitar es el de compartir opiniones e ideas sobre la crisis con colegas y colaboradores. Quien lo haga terminará comprobando que lo que le ocurre a cada uno, le está ocurriendo también a los demás. Entre todos seguramente iremos encontrado soluciones que serán útiles, mejorando el conjunto.

En cualquier caso, es conveniente tener presente que toda situación de crisis importa un desafío. Muchos de los cambios que estamos experimentando muestran la forma en que desarrollaremos nuestras tareas de aquí en adelante y que se ha implementado con mayor o menor acierto en otras partes del mundo. El desafío exige aprender de ellos, emular lo bueno y hacerlo mejor.

 

* Jaime O. López Muro se desempeña como Juez Vocal de la Cámara C. y Com. II de La Plata. Mariela Panigadi lo hace como auxiliar letrada en el mismo organismo. Es además Profesora de Derecho Procesal Civil en la carrera de grado y en el Posgrado de la Fac. de Cs. Js. y Ss. de La Plata.

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