La palabra metaverso está de moda y aunque muchos quizá todavía no sepan de qué se trata, ya pueden sospecharse conflictos jurídicos en ciernes. Asistimos a la configuración un mundo virtual colectivo, un nuevo mundo dentro del mundo. ¿Cuál es el papel que le toca a la Justicia?
"¿Sabés que es el metaverso? Un verso que te quieren meter."
Por efectos raros de la traducción en castellano, cuando escuchan la palabra "metaverso", sobre todo quienes no frecuentan las últimas novedades de la tecnología, primero se ríen.
Después, algunos (pesimistas) se asustan. Otros (optimistas) se entusiasman. La mayoría está al margen, ocupada por problemas más concretos que pueden ir desde la inflación argentina, que parece que logramos exportar al mundo, hasta la invasión a Ucrania que amenaza en convertirse en la Tercera Guerra Mundial.
Mientras tanto, las cinco mega empresas tecnológicas más grandes e influyentes del mundo, compiten con millones de dólares para desarrollar cada una su propio metaverso. Se trata de una apuesta a futuro que supuestamente promete grandes cambios y grandes ganancias dentro de unos cuantos años. Nadie se quiere quedar afuera.
Quienes se adentraron en el tema suelen decir que el concepto viene de la novela de Neal Stephenson "Snow Crash" y que el antecedente es el embrionario "Second Life" que nació allá por 1992. A pesar de que la idea no se masivizó, porque era extremadamente lento y engorroso armar los avatares que además no servían para hacer casi nada, plantó la semillita de la idea.
Sin embargo la idea de metaverso, sin el nombre "metaverso" ya estaba incipiente mucho antes en muchísimos ambientes y cuestiones.
Leticia Isnard, una de las protagonistas de la novela "Avenida Brasil" contó que la gente le gritaba "cornuda" por la calle por las infidelidades de su marido en la ficción. Aquí nadie estaba hablando de realidad virtual ni de nuevas tecnologías, era solamente un programa de televisión que aquí en Argentina se pasaba por Telefé. Muchos espectadores se metían psicológicamente tanto en la historia, que mezclaban ficción y realidad. En el caso de la actriz brasileña eran solamente gritos incómodos, pero es fácil imaginar que estas cuestiones podrían escalar a agresiones físicas que luego deberían ser solucionadas por el Derecho.
Las propias redes sociales, en su antiguo formato actual, también son metaversos embrionarios. Universos paralelos donde también se pueden cometer delitos. En estos casos, donde la base es mayormente la escritura, pero también las fotos y los videos, todo está atravesado por los problemas de libertad de expresión. ¿Hasta qué punto me puedo ofender por algo que me dicen en Twitter? ¿Estoy seguro que quien dice ser alguien es realmente ese alguien? ¿Pueden las empresas creadoras y dueñas de estos espacios borrar o censurar lo que dicen sus usuarios? ¿Son responsables de los delitos que se cometan a través de ellas? ¿Tienen obligación de filtrar mensajes de odio? ¿Decir y hacer, es lo mismo?
Estos problemas ya existen y van a seguir existiendo. Y a esto se le suma el famoso metaverso que aunque muchísima gente no tiene idea de qué es, ya se puso de moda.
El Metaverso puede ser tomado como un nuevo sistema de relaciones sociales, un nuevo mundo dentro del mundo real. Sin embargo el desafío que presenta para el campo legal tiene que ver pura y exclusivamente con los vasos comunicantes que se establecen con la realidad.
Hace unos meses se conoció el caso de una usuaria del metaverso de Facebook, Horizon Words, que denunció que su avatar femenino fue acosado sexualmente por otros avatares hombres. ¿Esto que sucedió fue verdadero acoso? La ventaja del metaverso es que la mujer podía haberse ido inmediatamente del mundo virtual y hasta desenchufado la computadora en pocos minutos. La ventaja de los acosadores era, tal vez, el beneficio del anonimato.
Descubiertas qué personas físicas estaban atrás de los avatares acosadores, ¿qué pena debería caberles? o mejor: ¿debería haber una justicia para el metaverso? ¿Se deberían tipificar nuevos delitos específicos para este entorno? ¿Debería haber un fuero especial? ¿Una cárcel para avatares? ¿El derecho de admisión? ¿Qué vasos comunicantes unirían el mundo real con el mundo virtual? Quizá en el futuro, con los avances tecnológicos no podamos distinguir uno de otro.
En Estados Unidos ya empiezan a hablar de un 'metalaw' y una 'metajurisdiction', pensando en una especificidad para espacios virtuales, que se escapan a los esquemas jurídicos tradicionales.
El Metaverso puede ser tomado como un nuevo sistema de relaciones sociales, un nuevo mundo dentro del mundo real. Sin embargo el desafío que presenta para el campo legal tiene que ver pura y exclusivamente con los vasos comunicantes que se establecen con la realidad. Puede que existan nuevas conductas, nuevas actividades y hasta nuevos espacios o formas de vivir en simulaciones totalmente inmersivas, pero solamente deberían tener consecuencias jurídicas las cuestiones que de una u otra manera lo trasciendan.
Por otro lado, ya hemos experimentado sistemas cerrados donde funciona una especie de Justicia específica, sólo útil y vigente dentro del juego. Estoy pensando por ejemplo en el conjunto de reglas del fútbol profesional (aunque podría ser quizá cualquier otro deporte). Hay reglas y hay faltas o violaciones a esas reglas que son castigadas dentro del mismo sistema. Si un jugador, en el marco de un partido, le pega una patada a otro, seguramente no irá a la Justicia a reclamar una indemnización por lesiones. En cambio le irá a reclamar al árbitro del encuentro para que sancione al agresor con una tarjeta amarilla o roja y le conceda un tiro libre. Mientras lo que suceda siga por sus carriles y sea parte de la realidad del partido, todo va a mantenerse dentro de sus límites. Distinto sería el caso si un jugador matara a otro. Ahí ya no estamos más en el juego, ya no valen más las reglas deportivas. La autoridad del árbitro y la especialidad del espacio desaparece inmediatamente a la luz de la gravedad del hecho.
Lo mismo podría pensarse en relación con el metaverso. Por más realista y evolucionado que pueda llegar a ser el entorno virtual, y a pesar de que pueda haber gente que confunda las cosas, para el Derecho la única verdad es la realidad.