La pequeña Indi Gregory padecía una enfermedad incurable y se encontraba en el centro de una batalla judicial entre sus padres y los médicos. Esta semana murió tras la suspensión del tratamiento que la mantenía con vida y se caso trascendió a nivel internacional
El tratamiento de la niña de ocho meses, que sufría una enfermedad mitocondrial incurable, fue interrumpido el domingo tras la decisión del tribunal de apelación británico el viernes, que consideró que era demasiado peligroso continuarlo fuera del hospital dadas las complicaciones.
Los médicos británicos habían recomendado interrumpir el tratamiento para mantener con vida a su hija, argumentando que era inútil y doloroso, postura a la que se oponían sus padres Dean Gregory y Claire Staniforth. No hay cura para las enfermedades mitocondriales.
“Trágicamente, IG tiene una condición incurable que, combinada con sus otras morbilidades, conducirá a un deterioro fatal en, como máximo, unos pocos meses, incluso si recibe cuidados críticos completos y continuos, y probablemente en unos pocos días si se retiran las intervenciones invasivas. Más allá de prolongar la vida, que en sí misma tiene un valor y que valoro mucho, el tratamiento es inútil”, dijo la sala de Familia del Tribunal Superior de Inglaterra y Gales.
Y añadió: “No existen terapias curativas. IG se está deteriorando progresivamente y es muy inestable. Ha llegado al límite de lo que la medicina puede conseguir. No se recuperará de sus condiciones que limitan su vida, ni siquiera experimentará una mejora mínima. Su corta vida ha consistido en ciclos de estabilidad, puntuados por episodios de cuidados intensivos asociados con estímulos dolorosos, que llevaron al episodio más grave de todos a principios de septiembre del que no se ha recuperado. El deterioro fisiológico se produce independientemente del tratamiento”.
El STJ inglés volvió a intervenir y decidió que el tratamiento debía interrumpirse en un centro médico, y no en casa de los padres, como éstos lo solicitaban.
Los padres de Indi Gregory recurrieron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, pero se concideró inadmisible. Luego, el Gobierno italiano le concedió la nacionalidad y las autoridades de dicho país afirmaron que tenían jurisdicción sobre el caso, precisamente porque la menor se había convertido en ciudadano italiano.
El STJ inglés volvió a intervenir y decidió que el tratamiento debía interrumpirse en un centro médico, y no en casa de los padres, como éstos lo solicitaban. “Los deseos de los padres son una consideración poderosa pero no la única. (...) Hay una serie de factores que hacen que la extubación y los cuidados paliativos en el hogar familiar sean casi imposibles y ciertamente contrarios a los mejores intereses de IG”, concluyó el tribunal, que además aclaró que el reciente otorgamiento de la ciudadanía italiano no afecta las decisiones y órdenes dadas en causa.