El polémico artículo, entitulado “Carmen Argibay, injustificada ausencia”, aseguraba que la razón de la “demora” para sumir su cargo en la Corte Suprema es que “sigue desempeñándose como miembro de un tribunal internacional con sede en La Haya y aspiraría a permanecer allí hasta poder tramitar su jubilación en ese cargo”. Además, el editorial arrancaba con duras apreciaciones hacia su persona. Según ese matutino, la situación que se ha creado en torno de su incorporación a la Corte es “verdaderamente insólita” y “desdorosa para las instituciones de la República”.
Por otra parte, la nota editorial aseguraba que “el 3 de julio último, el Senado prestó el acuerdo que exige la Constitución para su designación como miembro del máximo tribunal”, lo que es incorrecto ya que su ingreso se aprobó por 42 votos a favor y 17 en contra en la sesión del miércoles 7 de julio. Aunque no fue consultada acerca de esto, Argibay aseguró que “en su afán de atacar, ni siquiera aciertan con las fechas”. “El 3 de julio fue sábado y nadie en la Argentina podrá creer que los senadores se reúnen los sábados”, agregó con cierta ironía.
Según la propia magistrada, su ingreso al máximo tribunal no se produciría antes de febrero de 2005. “Ya le he comunicado al Dr. Petracchi, que la fecha fijada aquí para la sentencia es el 13 de enero, pero como es plena feria judicial, le propuse jurar en los primeros días de febrero”.
Por último, Argibay reconoció su enojo con el editorial publicado ya que, según ella misma comentó, los motivos de la “demora” estaban bien explicados en una carta que el fiscal ante la CPI, Fabricio Guariglia, le había enviado al matutino días atrás. La carta estaba dirigida a la sección “carta de lectores”, pero nunca fue publicada. En esa misiva, se advertía que “abandonar un juicio a medio camino es una decisión de consecuencias sumamente graves para el imputado y para las víctimas y testigos, que sólo puede estar justificada cuando el juez se encuentra genuinamente imposibilitado de continuar interviniendo en el caso, por ejemplo, debido a una enfermedad grave”.
Sin embargo, el editorial publlicada este miércoles asegura que “no se entiende que la doctora Argibay siga privilegiando su actual compromiso de trabajo en el tribunal de La Haya -en el cual la lógica indica que podría ser reemplazada con relativa facilidad- por encima de la trascendente misión que el país le ha encomendado”.
“La Nación ya tenía esta carta (la del fiscal Guariglia) antes de publicar el editorial, de manera que podían haberse evitado el comentario de que un juez es fácil de reemplazar, insinuando que me quedo acá por puro capricho o, lo que es peor, por un calculo monetario, que también es falso. Estoy pensando en la doctrina de la real malicia”, dijo la magistrada desde La Haya.
Al momento de ser designada, Argibay ya se encontraba trabajando en el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia con sede en La Haya, donde vive hace más de dos años. De hecho, la sala que integra en ese organismo dependiente de la ONU estaba, en ese momento, dedicada a un juicio prolongado y de enorme complejidad relativo a los terribles crímenes cometidos en el enclave de Srebrenica durante el conflicto bélico en los Balcanes. Esta situación fue explicada por la misma juez en agosto de este año cuando Diariojudicial.com la entrevistó en Buenos Aires. El juicio oral finalizó, y la sentencia de este caso se conocerá el próximo 13 de enero.