Se lo vio al presidente de la Corte, Julio Nazareno –gratamente elogiado por un capitoste del gremio judicial a raíz de su sorprendente cintura para sortear crisis políticas tanto en la Corte como en el Consejo de la Magistratura- en el brindis con los periodistas por las repercusiones que tuvo el sonado caso de un auto secuestrado por un procedimiento antinarcóticos y entregado Nazareno para uso oficial. En realidad, el uso de estos decomisos que efectúan los jueces está marcado por la ley, aunque en honor a la verdad habría que reglamentarlo, porque en Zapala (Neuquen) el cuestionado juez federal Rubén Caro tiene una verdadera flota de potentes vehículos para uso judicial, mientras que los jueces de instrucción porteños deben compartir entre varios un vetusto automóvil. Por cierto no es el caso de Nazareno –sobre quien cierta prensa sensacionalista descargó críticas excesivas en relación con el hecho- ya que el auto en cuestión es un Laguna modelo 96 con 30.000 km. Lo que no se dijo es que en estos casos –cuando la persona acusada es sobreseída aunque fuera producto de cuestionadas nulidades- tiene el derecho de ser indemnizada por el uso de su bien. En la práctica, es preferible este uso y no abandonarlo en una playa pública donde termina perdiéndolo todo, fue el comentario de más de un alto juez o camarista que analizó el caso.
hugo morales / dju
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