Asimismo, su par Ruth Bader Ginsburg expresó recientemente también sus reservas con la pena de muerte y dijo que apoyaría la suspensión de las ejecuciones. Las discrepancias en el Tribunal Supremo coinciden con la inquietud pública motivada por los recientes exámenes de ADN de una decena de sentenciados a muerte, que tras las pruebas sanguíneas fueron declarados inocentes.
El debate en el seno de la Corte comenzará a finales de año y no se discutirá la abolición de la pena capital, ya que al menos tres de los nueve magistrados del Tribunal la apoyan firmemente, sino la modificación del patrón actual, donde casi cada semana el Máximo Tribunal Federal niega el aplazamiento solicitado por un reo condenado a muerte en alguno de los estados del país.