Nazareno aseguró también que con el fin del proceso de juicio político que fuera impulsado en Diputados no sólo él y sus pares se sacaron un peso de encima sino que fue “el país” quien terminó por libarse de esa carga.
El alto magistrado –quien recibió 143 votos a favor de su enjuiciamiento la semana pasada- elaboró esos conceptos durante una conferencia de prensa que brindó junto al vicepresidente del tribunal, Eduardo Moliné O´Connor, a raíz de que el último viernes se dejó sin efecto un pedido de juicio político en contra de los 9 integrantes de la Corte.
Para el presidente del Máximo Tribunal, si existe un 80 por ciento de personas que no ven bien a la Corte, entonces es necesario conocer que es lo que piensa el restante 20 por ciento de la sociedad respecto del rol y los actos que tuvo en los últimos años el Tribunal.
Respecto del proceso de juicio político, manifestó que en lo formal no hay “nada que discutir” e indicó que esa es la manera que marca la Constitución Nacional para destituir a los jueces sobre los que pesen sospechas de que hayan incumplido sus funciones o cometido delitos.
Además, apuntó que es necesario que de una vez por todas “se deje de hacer evaluaciones políticas respecto de los fallos de la Corte Suprema de Justicia”, y de ese modo se refirió a las distintas versiones periodísticas que mencionaban que los ministros negociaban con el Poder Ejecutivo su situación procesal mediante el dictado o no de determinadas sentencias.
A modo de ejemplo comentó que, cuando los ministros se pronunciaron en contra del descuento del 13 por ciento a los estatales “nadie dijo que el fallo era a favor de los jubilados” sino que en cambio se lo vio como “una presión en contra del Poder Ejecutivo” hecho que no era vedad, ya que aclaró que el tribunal nunca intentó acorralar al Estado mediante sus decisiones.
Al ser consultado sobre los cargos que pesaban en su contra decidió parafrasear a su par Moliné O`Connor y usó el ya clásico “cero más cero es igual a nada”, remarcando que sobre su persona no pesaba ninguna acusación en “especial”.
Acerca del rol de los diputados justicialistas que cambiaron su posición respecto del proceso, Nazareno esquivo la pregunta y contestó con un tajante “no es asunto mío ya que se le debería preguntar a los legisladores que cambiaron de posición”.
También, el ministro se preocupó por bajar los decibeles de las peleas mediáticas que tuvieron algunos de los miembros del cuerpo, principalmente Adolfo Vázquez y Gustavo Bossert, y opinó que es “algo normal, ya que son humanos”, al tiempo que reflexionó que a él no le competía evaluar si los ministros se equivocaron o no.
A su turno, Moliné O`Connor, visiblemente más sereno que su par, apuntó que “la complejidad de las cuestiones que trata la Corte exceden el marco de una opinión pública” y disparó que en los últimos años muchas instituciones del país, incluido el alto cuerpo, fueron severamente cuestionadas sin tener en cuenta los temas que deben tratar.
“La Argentina va a progresar el día que cambien el esquema de los planteos de la acusación a los hechos comprobados, por ejemplo 44 denuncias no pesan sobre el honor sino tienen consistencia alguna, como quedó comprobado en Diputados”, sentenció el juez.
Para Moliné O´Connor los diputados actuaron bien, al dejar sin efecto el proceso, porque explicó que “ante la falta de fundamentos de las acusaciones que pesaban sobre ellos se desestimó el proceso”.
En tanto, manifestó que no le consta que alguna vez la Corte haya sido presionada por el Gobierno para fallar de tal o cual modo y clarificó su idea al recordar el fallo Smith, del 1 de febrero del 2002, en donde se declaró la inconstitucionalidad de las normas que impusieron el corralito financiero.
A su vez, advirtió que los jueces para tomar sus decisiones tienen que guiarse siempre por lo que marca la Carta Magna y las leyes, y no por lo que le parece a la opinión publica, ya que afirmó que ese el modo en que estarán garantizados entre otras cosas “la libertad y los derechos individuales”.