Los tres condenados, directivos de empresas de comunicación, fueron Ferdinand Nahimana, de 53 años antiguo director de Radio Televisión Mil Colinas (RTLM), Hassan Ngezem de 42, ex redactor jefe de la revista Kangura, quienes fueron sentenciados a cadena perpetua, mientras que Jean Bosco Barayagwiza, de 50, ex consejero del Ministerio de Asuntos Exteriores ruandés y fundador de RTLM, fue condenado a 35 años de prisión.
En este sentido la condena a este último, ausente desde el principio del juicio fue impuesta siguiendo una resolución de la Corte de Apelación del TPIR, que estableció en 2000 que los derechos fundamentales del encausado habían sido perjudicados durante su detención inicial, por lo que ordenó una rebaja de la pena en caso de que fuera condenado.
Sin embargo, se remarcó que los tres eran culpables de conspiración para cometer genocidio y crímenes contra la humanidad en las modalidades de persecución y exterminación, recordando entre otras cosas que un locutor bajo el mando de los acusados expresó al aire: “levantaos para exterminar al enemigo, fijaos en su nariz y si es fina y pequeña, rompedla”, en referencia a uno de los rasgos físicos distintivos de la etnia tutsi.
Si bien se aclaró que ninguno de los condenados se puso personalmente al micrófono, el veredicto afirmó que Nahimana era el número uno de la emisora y Barayagwiza el segundo, y que ambos eran “responsables del contenido que salía en antena”, ejemplificando su poder sobre la población al recordar que “cuando la radio solicitó que no hubiera más ataques contra la fuerza de paz de la ONU, éstos cesaron”.
En este sentido, la juez Navanethem Pillay explicó que los medios “prepararon el terreno para el genocidio”, porque los llamados a la violencia partieron de la radio que era “el medio de comunicación que llegaba a más gente en Ruanda”, en tanto la revista Kangura publicó en 1990 los “10 mandamientos hutu”, que preconizaban, entre otras cosas, “dejar de tener piedad con los tutsis”, mientras que en otro número, la publicación se preguntaba “¿Qué debemos hacer para acabar con el enemigo de una vez por todas?” y ofrecía, como respuesta, el dibujo de un machete.