Poco importa , desde la perspectiva de la técnica jurídica, el análisis de la excusación que formulara el Dr. Fayt en una causa que se ventila en el seno del Alto Tribunal, desde que su consideración queda reservada prioritariamente a quienes están llamados a tales fines. En cambio, no puedo permanecer indiferente frente a algunos cuestionamientos que se exhiben formulados acerca de la persona del aludido magistrado, desde que aquéllos, no sólo revisten entidad para afligir los nobles sentimientos de aquél, sino que devienen susceptibles de proyectarse sobre las bases mismas de una auténtica concepción republicana, máxime teniendo en cuenta que en relación al tópico referente a la cláusula constitucional que impone un límite por edad, media un pronunciamiento emanado de uno de los tres poderes del Estado.
En relación al punto supera mi capacidad de asombro lo que se lee en la página primera del Diario “La Nación”, publicada en el día de la fecha, en el que se expresa: “El presidente Eduardo Duhalde pidió la renuncia del juez de la Corte Carlos Fayt, de quien dijo que ‘debió haber renunciado hace diez años, porque tiene 85 y son muchos”
De ser ciertas tales manifestaciones y presentadas de cara al texto del art. 99 de la Constitución Nacional , constituye un error -agravado si emanaría de un graduado en derecho- el dejar de advertir que la Carta Magna incorporó esa cláusula con motivo de la reforma del año 1994; por lo que hace diez años no regía el texto sobre el cual, finalmente, se expidiera el Alto Tribunal en Fallos 322:1616.
Desde otra perspectiva no puedo soslayar la conmoción que me produce un cuestionamiento a la persona de uno de mis maestros en la ruta que curso en el Poder Judicial desde hace cuarenta años. Ejemplo de rectitud, de valores en su máxima expresión, honestidad intelectual y erudición jurídica en cuya cima, día a día comparte el mayor pedestal con mis otros rectores, ejemplos a imitar: los doctores Luis María Boffi Boggero y Julio Oyhanarte.
Desde otra perspectiva, no pocas veces alimento mi espíritu abrevando de las muy sabias y meditadas reflexiones de Juan Domingo Perón de quien se lee, en sus “Obras completas- Volumen XXV. Exilio-482-6: “Esos viejos cuya mentalidad es joven no tienen porque ser raleados y menos apresuradamente. Esa gente tiene que dar a la nueva generación todo el producto de su ciencia y de su experiencia para capacitarla, porque el cambio generacional no ha de ser para perder, ha de ser para ganar, o sea, no cambiemos lo bueno que tengamos por lo malo que venga, porque entonces habremos hecho un mal negocio. Los jóvenes deben darse cuenta que el cambio generacional, no es tirar todos los días un viejo por la ventana, sino ponerse a trabajar al lado del viejo, tomarle toda su experiencia y sabiduría y utilizarla en la función que uno cumple”.
Más allá del acatamiento moral que los jueces debemos a los pronunciamientos del Alto Tribunal (Fallos 311:2004), lo que traduce asimismo a la persona de quienes lo suscriben, no puedo dejar de señalar que no cabe soslayar que el Dr. Carlos S. Fayt luce como pergaminos su condición de Doctor en Jurisprudencia. Becario de la Comisión Nacional de Cultura. Diploma de honor del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires. Presidente del Centro de Estudios de Derecho Constitucional. Fundador de la Campaña de Educación Cívica. Presidente de la Asociación de Abogados de Buenos Aires. Fundador, junto con Luis Munist y Fernando Punta, del Museo “Alfredo L. Palacios”. Director del Instituto Argentino de Ciencia Política. Premio Derechos Humanos conferido por el Congreso Judío - Latinoamericano, rama del Congreso Judío Mundial, con el consenso de veinte comunidades judías latinoamericanas. Coautor del Reglamento para la Organización de la Justicia Nacional y del Proyecto de Vélez Mariconde sobre juicio penal oral para la Capital Federal. Primer Premio Nacional en Derecho y Ciencias sociales conferido por la Comisión Nacional de Cultura. Se desempeñó como profesor de Derecho Político, Ciencia Política e Historia del Pensamiento Político en las Universidades Nacionales de Buenos Aires y La Plata, del mismo modo, fue profesor de Sistemas Políticos Comparados en la Facultad de Postgrado de la Universidad de Belgrano y de Política Social en la Universidad del Museo Social Argentino.
Actualmente, profesor emérito de la Universidad Nacional de Buenos Aires, y profesor invitado en la Universidad Autónoma de México y profesor titular de Derecho a la Información en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina (CIESPAL), de la UNESCO, en Quito, Ecuador.
No cabe soslayar su labor como Director del Instituto Argentino de Ciencia Política y presidente en dos oportunidades de la Asociación de Abogados de Buenos Aires. Es autor de más de veinte libros sobre ciencia política, derecho político y derecho constitucional, y en el año 1997 la Secretaría de Cultura de la Nación le otorgó el primer premio nacional a la producción en Derecho y Ciencias Políticas por las últimas obras publicadas en Editorial La Ley. Además, entre otros premios, recibió el Konex de platino en humanidades.