Honorarios: ¡Qué miseria!

Ejercer de forma independiente la abogacía se ha transformado en una inversión de riesgo. La fuerte competencia, la concentración de clientes importantes en pocos estudios jurídicos que se ha venido dando en las últimas décadas dejaron a la otrora garantía de buen pasar económico en una tarea poco rentable, al punto de que muchos profesionales realizan otras actividades para generar ingresos.

A esta "tendencia a la baja" se le suma el contexto de alta inflación y lentitud de los procesos, que si bien se han acelerado con la llegada de la digitalización, aún siguen siendo lentos y engorrosos. Eso impacta directamente en los bolsillos de los litigantes, que sólo cobran por su trabajo al final del juicio y, en muchos casos, terminan siendo sumas irrisorias.

A ese cóctel se le suma otro aspecto que es foco de críticas (agresivas y cómicas, según el caso): las regulaciones de honorarios terminan siendo bajas y los matriculados sienten que no son retribuidas adecuadamente las tareas.

En las redes sociales circulan insólitas y creativas apelaciones de honorarios, que dejan al descubierto la situación que atraviesan miles de letrados. “El monto regulado no alcanza ni siquiera para comprar una segunda botella de oliva de la marca más conocida y la más económica”, esgrimió un profesional.

Otro letrado, cuyas ocurrentes manifestaciones se viralizan en redes sociales y grupos de WhatsApp de profesionales, pidió un pronto despacho para poder cobrar a la brevedad, porque si bien tenía cubierto el tema "hidratos de carbono", avizoraba que de no poder cobrar rápido no iba a poder cubrir "los puchos" y, además, quería dar un salto "de calidads vitivinícola" para poder "regar sus asados" con un vino premium. 

Lo cierto es que los matriculados afirman que los horarios no alcanzan para cubrir los gastos básicos y algunos decidieron vender sus estudios jurídicos, especialmente por la falta de rentabilidad y el avance del trabajo remoto. Esto repercutió directamente en la zona del centro porteño, donde cerraron infinidad de bares y librerías.

El alquiler de una oficina en la zona de Tribunales puede costar desde $25.000 -37 metros cuadrados- hasta $60.000 -130 metros cuadrados-, según datos del portal ZonaProp. Todo ello sin contar el valor de las expensas y servicios de agua, luz y gas.

“La profesión se desvalorizó muchísimo. Tal vez un abogado recién recibido gana menos que un empleado de comercio, que tiene un básico de $90.000 o que un empleado de mesa de entrada, que arranca en $130.000 aproximadamente”, sostuvo Nahuel Altieri, presidente de la Asociación Abogados del Fuero.

En diálogo con Diario Judicial, el matriculado destacó que muchos colegas decidieron dejar de ejercer o incluso vendieron sus estudios: “La profesión deja de ser rentable por la ineficiencia en los procesos de algunos juzgados y salas que hacen que la duración de los procesos sea muy larga en un contexto inflacionario y devaluatorio donde no se permite la indexación”.

Altieri también destacó que algunos juzgados tampoco “respetan la Ley de Honorarios” y “regulan por debajo del mínimo legal”.

Cuánto gasta un abogado

Uno de los primeros gastos a tener en cuenta es el pago de la matrícula anual. A modo de ejemplo, la misma ronda actualmente los $12.000 para el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal (CPACF) y otro tanto –alrededor de $18.000- en el caso de un colegio profesional en la Provincia de Buenos Aires.

Pero el listado no termina ahí. El alquiler de una oficina en la zona de Tribunales puede costar desde $25.000 -37 metros cuadrados- hasta $60.000 -130 metros cuadrados-, según datos del portal ZonaProp. Todo ello sin contar el valor de las expensas y servicios de agua, luz y gas.

A estas cifras se suma la factura de telefonía celular, internet y gastos de librería. El avance de la digitalización también obligó a muchos profesionales a invertir en un escáner –entre 33.000 y $36.000- e incluso mejorar sus teléfonos celulares y computadoras. También se deben añadir gastos de transporte (con la vuelta de las audiencias presenciales), ganancias, monotributo, ingresos brutos, entre otros desembolsos.