20 de Diciembre de 2024
Edición 7117 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 23/12/2024
Marca un precedente

Las criptoestafas tras las rejas

La Justicia de Córdoba condenó a un empresario y a un médico cirujano por integrar, en calidad de miembros, una asociación ilícita dedicaba a cometer estafas con supuestas criptomonedas One Coin y Zeven Coin. Prometían "grandes rendimientos económicos" y todo era un ardid para “disimular una estafa piramidal”.

Los casos de estafas con supuestas criptomonedas se multiplicaron en los últimos meses. OneCoin se presentó en Córdoba como una empresa de alcance internacional liderada por una mujer búlgara, Ruja Ignatova. Ante el avance de investigaciones en distintas partes del mundo, fue imposible localizarla. La sucedió en ese liderazgo su hermano Konstantine Ignatov Plamenov, quien fue detenido en marzo de 2019 en el aeropuerto de Los Ángeles, Estados Unidos, por un cargo de conspiración de fraude electrónico derivado de su papel como líder del esquema piramidal internacional.

Ahora, el Juzgado de Control y Faltas N° 7 de la ciudad de Córdoba condenó a un empresario y a un médico cirujano por integrar, en calidad de miembros, una asociación ilícita dedicaba a cometer estafas con estas supuestas criptomonedas.

Tras un juicio abreviado, el juez Manuel Ayán le impuso la pena de tres años y seis meses de prisión efectiva al imputado Adolfo Rodrigo Domínguez; mientras que condenó a cuatro años y tres meses de prisión efectiva a Aldo Javier Leguizamón.

Los acusados reconocieron de manera libre y voluntaria su participación dolosa en el delito, esto es, “haber tomado parte de la organización criminal que se dedicaba a ofrecer una supuesta criptomoneda”. Los damnificados en este fraude son “incalculables” y hay víctimas en Argentina, Uruguay y Panamá.

De acuerdo a la acusación, las criptomonedas denominadas One Coin y Zeven Coin, en realidad, no eran “reales”; sino que solo eran parte de un ardid utilizado por los imputados para “disimular una estafa piramidal”.

Esta organización entregaba a las víctimas a cambio de sus erogaciones supuestos tokens que no tenían ningún valor fuera del ecosistema creado por la propia organización. Les prometían que en un futuro próximo podrían ser libremente intercambiadas en las diversas plataformas denominadas “exchange” como, por ejemplo, Binance.

“La promesa que implicaba el ardid con el que se atraía a los inversores fue que, eventualmente, dada esa libre oferta y demanda que se generaría en esas Exchange, su valor fluctuaría y, como consecuencia, una vez alcanzado ese reconocimiento internacional, valdrían mucho más, como efectivamente ha ocurrido con muchas criptomonedas (reales) que alcanzaron tal reconocimiento (vgr. Bitcoin, Ether, entre muchas otras). Pues el problema aquí es que, fuera de los ecosistemas creados por la propia organización, nada más habría existido”, explicó el magistrado.

Y continuó: “Es así que no habría existido la tecnología Blockchain indispensable para su libre intercambio, por ende, nunca existió la posibilidad futura de transacciones en los Exchange (ni ello se pretendió por la organización)”.

Sin embargo, nunca existió la posibilidad futura de transacciones en los Exchange, esto es, el equivalente a las casas de cambio de moneda emitida y respaldada por los Estados.

 

De ese modo, el magistrado explicó que “se generaba una pirámide en la que cada persona ingresaba a más personas y gracias a ello, ganaban dinero”. Según los testigos, los imputados lograban convencerlos de invertir su dinero bajo la creencia de que estaban apostando “al futuro financiero” y que lograrían grandes rendimientos económicos.

 

Para ofrecer las cripto, los imputados organizaban eventos en hoteles en los que daban un discurso motivacional con el que buscaban convencer a las personas que asistían de que estaban frente a una gran oportunidad que iba a revolucionar el mercado.

“De algún modo, generaban la ilusión de que si invertían podrían volverse millonarios. Para hacérselos creer, por ejemplo, mostraban los lujos que podían darse gracias a sus inversiones y organizaban viajes importantes. Además, hicieron publicidad masiva. Con diversas estrategias de marketing, los imputados pretendían que múltiples personas adquieran las criptomonedas One Coin y que cada adquirente, a su vez, convenciera a más personas de que adquieran One Coin”, añadió la sentencia.

De ese modo, el magistrado explicó que “se generaba una pirámide en la que cada persona ingresaba a más personas y gracias a ello, ganaban dinero”. Según los testigos, los imputados lograban convencerlos de invertir su dinero bajo la creencia de que estaban apostando “al futuro financiero” y que lograrían grandes rendimientos económicos.



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