Las stablecoins nacieron como un refugio para guarecer a los inversores de la fuerte volatilidad de otras criptomonedas como Bitcoin o Ethereum, un instrumento pensado para que no haya necesidad de salir del ecosistema crypto. Pero no todo salió como estaba previsto.
En los primeros días de mayo de este 2022 ocurrió un suceso histórico, un hito para el nuevo mundo. Uno de los ecosistemas más robustos del mundo de las criptomonedas colapsó y se llevó consigo una suma de más de 18.000 millones de dólares. Parte de ese dinero era de usuarios argentinos que, ante el contexto local de severa limitación de compra de dólares para atesoramiento, se volcaron sobre todo a las criptomonedas estables con paridad garantizada con el dólar.
El hecho puntual se traduce en el desplome de una de una de las stablecoin con mayor adopción en el mundo crypto – TerraUSD (UST), que luego de dar una gran batalla para no perder su paridad 1:1 con la moneda estadounidense, finalmente cedió y bajó abruptamente hasta cotizar a solamente 5 centavos de dólar.
Qué son las stablecoins o criptomonedas estables
Las stablecoins nacieron como un refugio para guarecer a los inversores de la fuerte volatilidad de otras criptomonedas como Bitcoin o Ethereum, un instrumento pensado para que no haya necesidad de salir del ecosistema crypto, y poder emular una reserva de valor esquivando los vaivenes del mercado.
En este caso, la moneda UST lograba su paridad 1:1 con el dólar por medio de algoritmos que emitían y sacaban de circulación tokens LUNA, que servían como contrapeso para mantener su estabilidad.
Así, cuando los volúmenes de transacciones en la red Terra aumentaban y el precio de la moneda UST se elevaba por encima de 1 dólar, nuevos tokens LUNA eran emitidos algorítmicamente para ayudar a mantener la estabilidad del precio. Por el contrario, cuando los volúmenes de transacciones disminuían y el precio del UST caía por debajo de 1 dólar, la red Terra automáticamente recompraba y sacaba de circulación los tokens LUNA, reduciendo la cantidad de LUNA en el mercado. Mientras tanto, Terra actuaba como contraparte para cualquier usuario que quiera intercambiar LUNA y UST en la proporción 1:1 prometida. Por lo tanto, Terra incentivaba a los usuarios y a las personas que realizan arbitraje (traders que intentan sacar provecho de las ineficiencias del mercado) a mantener el precio de la stablecoin otorgándoles acceso a las oportunidades de obtener beneficios económicos.
Mientras el contexto global resultaba favorable, el algoritmo funcionó a la perfección, los incentivos estaban alineados con el escenario deseable para todo el ecosistema, el valor del UST se mantenía en 1 dólar y el precio de LUNA crecía y crecía.
La caída
Cuando las variables macroeconómicas se desajustaron, el mercado cayó y de un momento para el otro se generó una “corrida cambiaria crypto”, en donde la gente perdió la confianza y corrió despavorida a salir del sistema, o por lo menos a trasladar sus fondos a un instrumento crypto-estable con reservas físicas constatables – no stablecoins algorítmicas como UST -.
Como sucede cuando llueve mucho de repente y se inunda, el problema no es que la gente retire sus fondos, sino que lo hagan de forma rápida y simultánea. Esto fue lo que sucedió, se desencadenó una salida muy grande y rápida de UST, en donde el arbitraje y el algoritmo no dieron abasto, derrumbando a la moneda a un lugar muy lejano de su paridad 1:1 con el dólar.
Paralelamente y en forma conjunta con la empresa Terra, los diferentes exchanges de criptomonedas de todo el mundo, en donde de forma virtual se realizan las compra-venta de crypto a cambio de dinero u otras criptomonedas, jugaron un rol fundamental en la adopción del proyecto junto con la comunicación de este para con sus usuarios.
El caso más renombrado es el del exchange crypto más grande del mundo – Binance – que el 6 de abril de este año anunciaba con bombos y platillos la incorporación de UST a su plataforma dando a los usuarios un retorno de casi el 20% anual en UST (equivalente a un 20% anual en dólares), bajo el lema “alto rendimiento, seguro y ganancia feliz”.
Junto a este, otros Exchanges como Buenbit en el ámbito local también se hicieron eco de la novedad y promocionaban a UST en campañas como “¡Llega la StableFest a Buenbit!” – “con UST, podrás invertir y generar rendimientos de hasta un 18% anual”.
Estos son dos ejemplos de los muchos que hay en todo el mundo. La moneda UST se promocionaba como una stablecoin que además otorgaba rendimientos altísimos. ¿Quién se la iba a querer perder?
Esta promesa de ingresos pasivos en dólares posicionó a UST como una de las cryptos con mayor adopción en el mercado a lo largo y a lo ancho del globo, que luego de su caída, dejó a las innumerables personas de todo el mundo que habían confiado en el sistema, devastadas al ver sus inversiones caer a cero o los ahorros de toda la vida esfumados en un parpadeo.
¿La Justicia podrá ayudar a los ahorristas?
Uno de los primeros países en donde la gente empezó a hacerse escuchar fue en Corea del Sur, en el que una firma de abogados en representación de varios inversionistas anunció que demandó a Do Kwon-hyung, CEO de Terra y oriundo de ese país, junto con Shin Hyun-seong, director ejecutivo, y a Terraform Labs ante la Oficina del Fiscal Financiero del Distrito Sur de Seúl y el Equipo de Investigación de Delitos de Valores de ese país. El estudio de abogados explicó que el hecho de que el CEO Kwon y otros no informaran lo suficiente sobre los riesgos de productos, como errores y defectos en el diseño de algoritmos al atraer inversores, constituía un engaño deliberado.
Además, se argumentó que el método de la operación de Terra con UST y Luna es un típico fraude financiero multinivel de tipo sin retorno (estafa Ponzi) en el que el dinero de los nuevos inversores se utiliza para cubrir los intereses de los inversores existentes.
Al respecto, los cinco exchanges más importantes de Corea del Sur, Upbit, Bithumb, Coinone, Korbit y Gopax fueron convocados por la justicia, en donde se evaluará su responsabilidad y capacidad para resarcir a las víctimas.
En igual sentido, el estudio Manfrini & Advogados en Brasil patrocinó una demanda contra Binance en donde deja de manifiesto el gravamen ocurrido a nivel global, sosteniendo que hubo una vulneración de los derechos del consumidor por falta de información clara y precisa al momento de adquirir la stablecoin promocionada. A su vez, destaca la participación conjunta del exchange junto con la empresa Terra, haciéndolos responsables a ambos por las pérdidas causadas.
En esta línea, en los Estados Unidos una de las firmas con mayor renombre, Roche Freedman, demandará a los exchanges Binance US, Gemini, Kraken y Coinbase, bajo la Ley de Valores, por vender UST y Luna a los consumidores estadounidenses sin otorgar la comunicación adecuada.
En este contexto, vemos como las nuevas tecnologías nos posicionan dentro de un mundo globalizado haciendo caso omiso a las fronteras físicas territoriales, al igual que sucede con Internet. Así, resulta indistinto si el gravamen lo sufrió alguien de Argentina, Holanda, China o Túnez. En el mundo digital no sabemos dónde se encuentra físicamente cada uno, en este mundo la distinción territorial resulta trivial.
Entonces, lo que tenemos hasta acá es un suceso histórico que, por medio de un mal uso de la comunicación, llevó a personas de todo el mundo a depositar sus ahorros en un instrumento que supuestamente preservaría el valor de sus inversiones, aunque lo que sucedió fue todo lo contrario con una debacle de escala global.
Cada persona afectada, en principio, recurrirá a su fuero más cercano para buscar un resarcimiento por su perdida, tal vez a los exchanges locales, si es que tenían depositados sus criptoactivos allí. Ahora bien, con el enfoque en los exchanges más grandes o directamente en la empresa Terra, si podemos ver que hay un grupo de millones de personas afectadas por un hecho puntual que trasciende fronteras, no es aventurado poder imaginarnos que mediante el uso de la tecnología se pueda llevar adelante una acción colectiva a nivel mundial.
Así, con la misma tecnología blockchain, sumando a los avances de la web 3.0, que aportan democratización y descentralización del contenido, podemos estar en la antesala de lo que en el futuro se conocerá como el primer caso de un juicio con partes y efectos de impacto mundial.
En este sentido, personas de todo el mundo por medio de las redes sociales se están uniendo para recabar pruebas y precedentes para el caso que denomino “Terra vs. resto el mundo”.
Desde que sucedió el trágico evento, el usuario de Twitter @FatMan llevó paso a paso un racconto de todo lo que iba sucediendo, manteniendo la atención de toda la comunidad en cada uno de sus posteos. Hoy, a menos de un mes, se convirtió en el John Connor de la gente, líder por excelencia de la causa global.
Creó el “UST Restitution Group” en Discord en donde junto a más de 600 usuarios de todo el mundo recaban pruebas para el caso, como publicaciones, twits, correos electrónicos, etc. En donde además brindan una sala exclusiva para “apoyo emocional”, “evolución en general”, “anuncios” y salas en inglés, español y francés para nuclear a las diferentes comunidades de afectados.
En cuanto a la posibilidad de una acción colectiva de alcance global, vale la pena destacar que hoy por hoy no existe un tribunal universal con competencia mundial. Quizá, en el futuro, la solución esté en el metaverso.