Sobre este punto, parece prudente indagar si la legislación vigente se encuentra en condiciones para afrontar al crimen organizado, sin tener que entrar en la figura penal de la asociación ilícita, como única opción.
La figura descripta por el artículo 210 del código sustantivo, ha querido comprender a aquellas acciones que tienen como objeto la organización delictiva como fin y no como hecho aislado.
Residualmente, no ha sido derogada la ley 20.840 de subversión económica, que sanciona con penas severas toda actividad criminal que afecte a la economía en su conjunto.
Ahora bien, caído el muro de Berlín y consecuentemente el comunismo, aparece una nueva mafia en el mundo, con metodología distinta, a las tradicionales agrupaciones criminales. Ello, sumado al gran poder de los carteles de la droga, generan un nuevo adversario de gran poder de penetración en todo estamento democrático, sea por corromper a los funcionarios o por el terror.
Con esta variable, parece necesario que la política criminal del Estado, se encuentre embuída en una estrategia global, para sancionar leyes abarcativas de las distintas áreas de influencia del crimen organizado para contrarrestar sus efectos.
Una ley contra el lavado de dinero se hace más que necesaria y aún se retrasa su sanción. La persecución de funcionarios, también debe encararse con extrema severidad, ya que las acciones permisivas de éstos, generan graves daños a la sociedad, que cada año se ve más vulnerable.
No sólo es necesario un cuerpo legislativo coherente, sino la preparación de un Ministerio Público especializado, con fuerte preparación en cuanto a la detección, investigación y persecución judicial. Se debe dotar además a los fiscales, la capacidad de negociar la pena con los arrepentidos y también sancionar la ley del agente encubierto y la protección al testigo.
Estas no dejan de ser herramientas dentro de estado de derecho, para poder enfrentar con cierta posibilidad de éxito una lucha que se presenta despareja, cuando aún no podemos sancionar un cuerpo normativo moderno y con distintas penas alternativas, que se asocien con la lucha que llevan otros países al respecto y que tienen mucho que aportar.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar que el fraude informático, como herramienta del crimen organizado, cuenta con una estructura técnica de profunda especialización, que en muchas de las oportunidades han podido ingresar a los sistemas de seguridad del primer mundo, lo cual requiere también, un adiestramiento de las fuerzas encargadas de la investigación, que deben ser munidas de instrumentos legales de rápida aplicación, para poder combatir a grupos de sofisticada capacidad financiera.
Dr. Eduardo E. Guarna
Director Ejecutivo Fiscales sin Frontera