El juez, suspendido en sus funciones desde hace algunos meses, rompió el silencio luego de que los miembros del jury escucharan los argumentos de la defensa a cargo de uno de sus dos abogados asesores Carlos Parella, quien se preocupó por desestimar cada uno de los puntos en que se lo acusaba.
En ese sentido, manifestó que dada su posición “no habría sido digno renunciar” y agregó que como juez de la Nación que era debía dar “todas las explicaciones” que se le pidieran y que le fueran requeridas.
Asimismo, el juez mendocino apuntó que desde que a sus manos le llegó la causa del Banco Mendoza fue sindicado por todos como un magistrado “corrupto”, al tiempo que remarcó que desde esa fecha fue uno de los hombres de la justicia con “más denuncias en su contra”.
Respecto de esa causa, aclaró que cuando tomó parte en la investigación de la caída del banco Mendoza, los imputados eran como cualquier sospechoso, pero aseveró que ahora los mismos le parecían “enemigos”.
Leiva llegó a los medios cuando en julio de 1998 ordenó la captura del banquero Moneta en el marco de la caída del Banco Mendoza. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia dispuso que la causa debía tramitarse en los juzgados federales de la Capital.
Gabrielli, el testigo
Por su parte, el ministro del Interior Rodolfo Gabrielli recibirá un cuestionario del Jurado de Enjuiciamiento para que responda como testigo. Fuentes cercanas al jurado, aclararon que Gabrielli no fue citado a comparecer ante el Jury, sino que lo deberá hacer en su calidad de testigo pero en forma escrita, ya que se desempeño como el gobernador de Mendoza cuando sucedieron los hechos por los que se está juzgando a Leiva.
El funcionario ya se había presentado a brindar su testimonio en la Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura donde se instruyó el expediente que llevó a juicio al juez mendocino.
De esta forma, Gabrielli integrará la lista de 33 testigos que deberán declarar entre hoy y el próximo viernes, aunque las fuentes consultadas apuntaron que el ministro no tiene un plazo determinado para entregar el escrito.