En febrero de 2006, Paulina Lebbos decidió salir a festejar con sus amigas por haber aprobado una materia de la carrera de Comunicación Social, que cursaba en la Universidad Nacional de Tucumán. Cuando terminó la noche, tomó un taxi junto a una amiga, quien llegó primero a su casa, y desde entonces la última persona que la vio con vida es el taxista que las llevó. Desde esa fecha a esta parte, no hay culpables y la polémica volvió a suscitarse a raíz de las declaraciones del fiscal de la causa, Carlos Albaca.
En una causa donde los querellantes y demás involucrados afirman que hubo malversación de pruebas y connivencia de parte de la policía provincial, la nueva hipótesis de la persona que se encarga de la acusación desde hace ya siete años provocó un gran estupor y despertó la furia del padre de la joven, Alberto Lebbos. Albaca precisó que la muerte de Paulina podría deberse a una “autoasfixia”.
Las controvertidas constancias del caso provocaron que al fiscal se le abriera un sumario administrativo ante la Corte Suprema de Justicia de Tucumán (CSJT), y fue en un descargo presentado ante esa acción que Albaca señaló que “es del caso destacar que en la causa se investiga la muerte de Lebbos, no su homicidio, ya que hasta la fecha no pudo determinarse con certeza la causa del fallecimiento, es decir, si este se produjo en forma natural, culposa o dolosa”.
Albaca declaró: “Lebbos tenía tendencia a las relaciones sexuales casuales (...), en ocasiones era ´intrépida´ (...) y capaz de emprender acciones temerarias. Predominaba en ella el ánimo depresivo y casi nada la hacía sentir bien. (...) Lo peligroso es que al apretar los dedos, el lazo, la media, el cordón o la soga, en el momento del orgasmo, la persona ‘asfixiofílica’ puede perder la vida”.
El funcionario de la Justicia provincial señaló que pudo tratarse de un juego o de un accidente, lo que motivó las declaraciones del padre de Paulina: “Me produjo un dolor intensísimo. Él no hizo una defensa, hizo un ataque con infamias e injurias a todo el mundo, especialmente a la víctima, que no se puede defender, acusándola de cosas horrendas”, señaló Alberto, quien además aseguró que Albaca es un “perverso sexual”.
El rol de la fiscalía es cuestionado desde el inicio de la causa, cuando el primer encargado de llevar la investigación en este sentido, Alejandro Noguera, se apartó del caso porque la prensa lo fotografió saliendo de la casa del gobernador José Alperovich. La llegada de Albaca y su proceder no generaron mayores avances: los querellantes, es decir, la familia y el novio de Paulina, alegaron que hubo muchas inconsistencias cuando se recogieron datos de la escena del crimen.
El jefe de la policía provincial, Hugo Sánchez, le dijo a Alberto Lebbos que fueron las fuerzas uniformadas los que habían hallado el cadáver de la joven, pero en realidad fueron los hermanos Sergio y Marcelo Goitía, quienes identificaron el cuerpo mientras andaban a caballo por la zona. La declaración que les hicieron firmar distaba de la realidad: decía que la policía había dado con Paulina y que había olor putrefacto, pero los Goitía desmintieron esas afirmaciones alegando que habían limpiado el lugar días atrás y no habían olido ni visto nada.
Cuando los hermanos fueron a la Justicia, finalmente, denunciaron esta situación y además denunciaron que los “apretaron” para que no cuenten la verdad. Todo esto despertó un manto de sospechas sobre la connivencia policial en el caso, pero no se pudieron generar concluyentes en este sentido, según Albaca.
La hipótesis que mantuvieron desde la versión oficial, sin contar ya con pruebas elementales de la escena del hallazgo que se perdieron para siempre, es que Paulina murió estrangulada, torturada y violada. La muerte se produjo por heridas hechas con armas blancas.
dju
Estimado colega periodista: si va a utilizar parte esta nota o del fallo adjunto como "inspiración" para su producción, por favor cítenos como fuente incluyendo el link activo a http://www.diariojudicial.com. Si se trata de una nota firmada, no omita el nombre del autor. Muchas gracias.