Kaesemann, una estudiante de ciencias económicas de treinta años, fue secuestrada entre el 8 y el 9 de marzo de 1977, por fuerzas de seguridad bajo las órdenes del ex jefe del Primer Cuerpo del Ejército, Carlos Guillermo Suárez Mason. Dos meses después, la estudiante alemana fue retenida en el centro de detención clandestino conocido como “El Vesubio”.
Según la fiscalía de Nuremberg, Kaesemann, fue esposada y encapuchada y, junto con otros 15 detenidos, conducida por fuerzas de seguridad bajo el mando de Suárez Mason a la localidad de Monte Grande, en la provincia de Buenos Aires. Allí la asesinaron con nueve disparos a quemarropa en la nuca y la espalda. El cadáver de la joven fue entregado a su padre, un teólogo alemán ya fallecido, dos meses después de su desaparición, tras exigirle treinta mil dólares. Kaesemann fue enterrada en su ciudad natal de Tuebingen.
Los pedidos de captura se suman al de Suárez Mason, para quien en julio pasado fue ordenada su detención por la misma corte. En noviembre, la justicia argentina rechazó la extradición del ex general con el argumento de que los crímenes cometidos en territorio argentino deben ser juzgados por tribunales del país.
Suárez Mason cumple actualmente prisión domiciliaria en el marco de la causa en que se investiga la supuesta existencia de un plan sistemático para el robo de bebés hijos de madres desaparecidas durante la última dictadura militar.
La fiscalía de Nuremberg fue designada por las autoridades judiciales para manejar todos los casos relacionados con la dictadura de 1976-83. Un grupo de derechos humanos en Nuremberg, la Coalición contra la Impunidad, ha promovido el caso Kaesemann.