Un tribunal estadounidense multó a un hombre con 675.000 dólares por piratear "solo" 31 canciones. El condenado había sido demandado por las principales compañías discográficas. Los fundamentos de la Justicia.
La falta de regulación en Internet provocó algunos posicionamientos extremos de parte de la Justicia con respecto a las libertades que brinda la red de redes. Estados Unidos es uno de los países que más conflictos ha enfrentado en poco tiempo por cuestiones de licencias y el uso de la Web. Y a pesar de que los precedentes son variados, la piratería es un tema que es ampliamente rechazado.
Tal es así, que cuando un tribunal federal del estado de Massachusetts recibió una demanda entablada por las principales compañías discográficas del país, no dudó en ratificar una multa de 675.000 dólares contra un hombre que había pirateado la, para muchos usuarios, insignificante cifra de 31 canciones.
El caso llegó a las manos de la jueza Rya Zobel a raíz de la distribución ilegal de los contenidos que realizó el hombre en una página de Internet.
En este sentido, la magistrada dio por probadas las acusaciones y rechazó el pedido del hombre de que el proceso sea llevado adelante a través de un juicio por jurados, de acorde a lo establecido por la Ley estadounidense como un camino alternativo sujeto a la decisión del juez que reciba la denuncia.
En este sentido, Zobel entendió que el imputado no hizo caso de las advertencias en torno a su accionar y que, al distribuir los archivos durante más de dos años ilegalmente, era pasivo de recibir una multa de esta magnitud.
En tanto, también aseguró que el monto indemnizatorio no resultaba excesivo, a la vez que los representantes de la industria de la música estadounidense precisaron que el fallo era importante y considerable. "Estamos muy contentos con la decisión del Tribunal de Distrito", declararon desde la Asociación de la Industria Discográfica en Estados Unidos (en inglés, por sus siglas, RIAA).
Todo comenzó en 2007 con la demanda presentada contra quien, entonces, era un estudiante de la Universidad de Boston.
Así es como en una primera instancia se sentó que el monto de la multa sería el determinado por la jueza Zobel, que solo ratificó la decisión. Un juez que revisó la sentencia a pedido del acusado determinó que el monto era excesivo, pero la titular del tribunal federal fue irreductible en su decisión. A su vez, existió la intención de recurrir a la Corte Suprema estadounidense, pero el pedido fue denegado. Haciendo la cuenta, cada canción le terminó costando más de 20.000 dólares.