La medida afectará a casi todo el país, excepto cuatro zonas alejadas de las grandes ciudades. Aunque la intención de las autoridades era convertir a esas regiones en una copia oriental de Las Vegas, la mayoría de los dueños de casas de juegos prefirieron abocarse a otros negocios o mudarse al exterior antes que iniciar operaciones en esas zonas, que según los cálculos, exigían una inversión de 30 mil millones de euros.
Ayer, los casinos y las salas de máquinas tragamonedas se vieron invadidos por cientos de moscovitas que se acercaron a disfrutar de las últimas horas en las que se les permitía saciar sus ansias de juego. A partir de hoy sólo están permitidas las loterías, las apuestas y el póker en establecimientos especiales.
Aunque las pérdidas para el tesoro ruso federal no serían significativas -el año pasado las casas de juego pagaron cerca de 700 millones de euros en impuestos-, sí afectarían los presupuestos de algunas ciudades y regiones y, en especial, a los millones de trabajadores que se quedarán sin empleo.
Sólo en Moscú, los afectados llegarían a medio millón de personas, según afirma la Asociación para el Desarrollo de la Industria del Juego. Además, un diario económico ruso estimó en 4 mil millones de euros la cantidad de dinero que movía el negocio del juego.
Según una encuesta dada a conocer ayer, la mayoría de los rusos apoya el cierre de las casas de juego: el 72 por ciento está a favor y el 19 por ciento en contra. En tanto, un 43 por ciento de los consultados dijo que en los últimos 6 meses había jugado en casinos, salas de máquinas o en Internet y el 58 por ciento señaló que piensa continuar haciéndolo en la Web.
En 1980, la ludopatía fue reconocida como enfermedad y trastorno mental por parte de la Organización Mundial de la Salud. Los síntomas de la patología psiquiátrica son: comportamiento de juego desadaptativo, persistente y recurrente; preocupación excesiva por el juego; necesidad de jugar con cantidades crecientes de dinero; fracaso en el intento de control; inquietud e irritabilidad; engaños; actos ilegales para conseguir más dinero; pérdida de las relaciones afectivas, etc.
En Argentina, los especialistas señalan que a partir de 1999 comenzaron a abrirse “innumerables” casinos y salas de juegos, tanto en capital como en el interior y a partir de eso, creció considerablemente el número de personas que juega compulsivamente.
En diciembre del año pasado, el obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, se opuso a la posibilidad de que se amplíe por ley la cantidad de bingos y salas de máquinas tragamonedas en la provincia de Buenos Aires. Casaretto envió una carta al titular de la Cámara de Diputados provincial en la que manifestó “la preocupación de los obispos”, ante “la información de que se estaría tratando en los próximos días una nueva ley” que autorizaría la habilitación de ocho nuevos bingos.
También el año pasado, el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, se echó atrás en la decisión de abrir nuevos casinos en la Ciudad. En su momento, se vinculó a su decisión con la presión ejercida por la entonces vicejefa Gabriela Michetti.
El 23 de diciembre, el diputado Alejandro Rossi (FPV) presentó un proyecto de ley sobre prevención de la ludopatía. Entre las medidas que el legislador santafesino (hermano de Agustín) propuso se destacaron: la prohibición absoluta de los juegos de azar por Internet; la prohibición de la instalación de cajeros automáticos que permitan la extracción de dinero dentro de las salas de juego y hasta dos cuadras de distancia de las mismas; la utilización de la tarjeta de crédito para estas transacciones y el establecimiento de un máximo de 12 horas diarias como horario de apertura al público de las empresas de juegos de azar.