Disputaban un partido de fútbol cuando una jugada terminó en un choque frontal entre el que llevaba la pelota y un defensor, lo que generó enojos y culminó con un golpe de puño por parte del defensor hacia el rival.
Esta situación fue la que desencadenó una batalla judicial por una indemnización por daños, donde la víctima demandó al atacante, pero éste, al contestar presentó una reconvención invocando un supuesto golpe por parte del primero que lo posicionaba en una situación de “legítima defensa”.
En el momento del hecho, el arbitró del partido los expulsó a ambos y posteriormente se inició una causa penal por lesiones leves dando que la trompada por parte del demandado fue tan fuerte que hizo que el actor perdiera un diente y tuviera una lesión en el ojo derecho.
El caso se caratuló “Daños y Perjuicios: C. R. S. c/ R. O. A.” y llegó hasta la Sala I de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Jujuy, y en todas las instancias la demanda prosperó y la reconvención fue rechazada.
Los testigos del actor eran congruentes en que el único que propinó golpes en ese momento fue el demandado, como explicó tanto el árbitro, como el comentarista del partido… Mientras que tras el análisis de las lesiones sufridas por el demandado reconviniente se acreditó que las mismas sucedieron tres días después del partido y los testigos de su defensa no lograban dar detalles sobre el supuesto golpe del actor
Los testigos del actor eran congruentes en que el único que propinó golpes en ese momento fue el demandado, como explicó tanto el árbitro, como el comentarista del partido.
Mientras que tras el análisis de las lesiones sufridas por el demandado reconviniente se acreditó que las mismas sucedieron tres días después del partido y los testigos de su defensa no lograban dar detalles sobre el supuesto golpe del actor y eran compañeros de equipo cuya parcialidad estaría en juego.
Para los ministros del tribunal, Sergio Marcelo Jenefes, Ekel Meyer y Mariano Gabriel Miranda, no existía ni arbitrariedad, ni contradicción alguna en la decisión de la Cámara que intervino antes, y los agravios no eran suficientes para revocar lo decidido.
También descartaron otras alegaciones como el supuesto codazo que el actor le habría dado que no fue probado o el supuesto estado de ebriedad del mismo, esto último descartado por el informe médico en el expediente penal.
Por todo ello, el tribunal rechazó el recurso y confirmó la condena por $2.836.000 más intereses y costas.